María de los Ángeles Matienzo Puerto

“En 2020, por ejemplo, que es lo más reciente que tengo así, fue agotador. Yo en enero me enteré, que no valía un kilo, yo no valía nada. No podía concentrarme del nivel de estrés tan grande que hubo en noviembre hubo 172 mujeres, pero en diciembre hubo 175 mujeres reprimidas, de 300 y tanto reprimidos por cada más. Si algo tenemos nosotros los periodistas es que no solamente es nuestra historia personal, ni es historia familiar, es la historia de todos que se te acercan, para que tú denuncies sus atropellados. Eso es tener una noticia, desde que empieces hasta que termines con todos los riesgos que trae. Con riesgo que salga a repostar o que salgas hacer la foto y que seas atrapado tirando la foto te encuentres con un policía que decidió saber para qué haces la foto y que no encuentres la justificación”.

“Paralelo a esto, te tengo que decir que tengo muchas cosas a la vez llevando, he empezado desde el cuarto año de la carrera trabajar en una revista que se llama la ‘Ciribría’, todavía existe. Era una, digamos una practicante ilegal, que hacía trabajo de corrección, de edición y en poco cuando me gradué empecé a trabajar como periodista en una revista extremadamente oficialista. Era la respuesta que había encontrado el Ministerio de Cultura justo a las revistas a las publicaciones de las que ahora soy colaboradora. No tuve como ellos una relación cordial siempre, tuve una relación de conflicto. Me encontré con buenos profesionales que hoy son los nombres de los censuradores principales, pero conmigo de alguna manera fueron benévolos”.

“Después de haber pasado todo esto, haber llegado el periodo especial, donde se empezó a derrumbar la política, del estado totalmente cruel, donde se empezaron a marcar las diferencias, donde se empezaron a hacer los hoteles, los olores de comida pasan por todas las aceras y la gente de afuera siempre siendo primero criminalizada, no se podía ser joven y negra menos, porque ya eras una potencial prostituta. Si eras ya una persona vieja te tomaban como primero, como a Dios le bendiga, no podías ceder ni siquiera teniendo el dinero a determinados espacios como los hoteles. Nosotros los cubanos durante años no pudimos acceder a los hoteles, y si nos acercábamos, enseguida en la puerta la guardia de seguridad nos preguntaba para dónde íbamos y que no podíamos acceder, no nos podíamos alquilar ni en un motel”.