“El suceso del año 1994, del hundimiento del remolcador 13 de marzo, mostró el rostro más feo, más abominable, de un régimen que no le importa el ser humano. Que lo que le importa es destruir la esencia misma del ser humano. Poner a personas a chocar un remolcador contra otro, hundir a niños inocentes, matar a personas fuera de la vista de la sociedad, óigame, eso fue un detonante para mí, pero, mucho, mucho más grande todavía, ya en este momento que ya yo era opositor y estaba en contra del régimen, ver la manera en la que este Gobierno acababa con la vida de las personas, yo le dije a la mujer mía: ‘Esta gente son unos asesinos’.”
“Y a través de Cáritas logramos una cuota de leche en polvo y logramos una cuota de detergente y ya entonces con el dinero que recibíamos de aquí, de los Estados Unidos, compramos una lavadora. Y una de las hermanas nuestras en la fe lavaba las ropas de los viejitos, un día les lavaba la ropa a un grupo de viejitos, otro día a otro grupo de viejitos y así. Entonces, los sábados terminaba de lavarles las ropas a todos los viejitos y ya se hacía el almuerzo y se despedía a los viejitos, los domingos no se les daba ni desayuno ni almuerzo, pero era del lunes al sábado. Y eso molestó al régimen. Y eso molestó a la Seguridad del Estado. Y fue una de las cosas más vergonzosas que yo viví en contra de ellos… porque que les molestara que uno atendiera a unos viejitos desamparados… que les molestara que uno les diera un desayuno a una persona desposeída… me hablaba a mí de la naturaleza del régimen. Me hablaba a mí de la intolerancia de una persona que respondía a los intereses del régimen y que quería que esos viejitos no desayunaran y que la pasáramos mal. Entonces yo dije: esta naturaleza de un régimen que vive para minimizar el ser humano, contra esto yo tengo que luchar, contra esto yo tengo que sobreponerme, esto yo tengo que cambiarlo, porque esto no es lo que yo quiero ni para mis nietos, ni para el futuro de mis hijos que estaban chiquitos aún todavía.”
“De la prisión de Guanajay me trasladaron para la prisión de Quivicán que fue, de las tres prisiones en las que yo estuve, la que más malas condiciones tenía… higiénicas, la que más malas condiciones tenía alimenticias y la más difícil de las tres prisiones en las que yo estuve, porque los techos tenían filtraciones, y a veces estaba durmiendo y empezaba a llover y te caían gotas de agua de arriba. Tenías que poner unos nailon en el techo para no mojarte. Las tuberías de agua estaban contaminadas, parece que tenían perforación y cuando tomabas esta agua, el agua estaba muy sucia, muy mala. Allí adquirí una bacteria Helicobacter pylori que me dañó muchísimo la salud, vomitaba mucho y la Policía demoró muchísimo en llevarme al médico y eso se me hizo un poco más difícil de poderme curar.”
“Bien, mire, yo le digo por ejemplo… le voy a poner varios ejemplos. Yo tengo un hermano que trabajaba en el aeropuerto de La Habana. A mi hermano le sacaron del aeropuerto y la excusa que le dieron para sacarlo del aeropuerto era que no era confiable porque su hermano estaba vinculado con el Gobierno americano y que era un mercenario en servicio de una potencia extranjera… nada que ver. Mi hija, por ejemplo, en la escuela fue a un concurso de lengua española… igual… me entiendes… es la hija de un contrarrevolucionario. Mi esposa… en el trabajo, le ponían los días que yo iba a participar en alguna actividad, que tenía que trabajar para tratar de limitarla en el movimiento. Si había alguna actividad en La Habana y yo iba a salir, era detenido a la salida del pueblo mío. Por las mañanas, normalmente, en fechas señaladas, tenía personas detrás de mí vigilándome constantemente. El teléfono de mi casa… no podías hablar nada, porque el teléfono lo tenían tomado ellos para poder escuchar todo que se hablaba. Contra la familia igual. Llamaban a las familias y les decían a las familias: “Mira, habla con fulano… habla con Miguel y dile a Miguel que seguiste lo en que estaba y que puede traerles problemas a ustedes”. Y algunas familias con un poco de miedo me decían: “Miguel, mira, ¿por qué estás en esto? Mira que nos va a traer problemas a nosotros…”
“No hacíamos absolutamente nada ilegal y aún así estaban siendo reprimidas nuestras familias, nuestros hijos en las escuelas, nuestras esposas en el trabajo. Y el abanico se había extendido al plano familiar. Ya no era propiamente en contra de mí, sino que era en contra de nuestra familia también. Porque lo que se buscaba también era que nuestra familia ejerciera cierta presión sobre nosotros para desviarnos del objetivo que nosotros teníamos.”
Mientras la mentalidad del ser humano no se abra, mientras no venza el miedo y no entienda que lo único que hace este régimen es limitar sus posibilidades, no se va a lograr revertir la situación de este país
José Miguel Martínez Hernández nació el 4 de agosto de 1963 en un pueblo llamado Quivicán, en la entonces provincia de La Habana. Estudió economía y mecánica. Siendo cristiano, empezó a tener contacto con el movimiento opositor cubano que tenía una vinculación con la Iglesia. Fundó la Legión de María, una organización que ayudaba a las personas mayores sin recursos a lavar sus ropas y les daba algo de comer. Participó también en la fundación del Comité Cubano de Opositores Pacíficos y se incorporó en el Partido Liberal Democrático Cubano. Durante su proceso de familiarización con los conceptos de democracia y de Derechos Humanos pudo entrar en el proyecto Varela de Oswaldo Payá. Se dedicó a denunciar violaciones de Derechos Humanos y posteriormente fue uno de los fundadores del Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba. Debido a la promoción que realizó a favor de un cambio en la realidad cubana se fue incrementando la represión contra su persona y contra su familia, lo que llevó a su detención y encarcelamiento durante la Primavera Negra de 2003. La condena fue de 13 años, de los cuales cumplió aproximadamente 7,5 años en varias cárceles de la isla, como Kilo 8, Guanajay, Quivicán y el Combinado del Este. Gracias a la colaboración de la Iglesia Católica y el Gobierno de España se logró su excarcelamiento condicionado a la salida del país, entonces José Miguel Martínez viajó con su familia a España. Actualmente reside en Estados Unidos.
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