“Para la Cuba de hoy lo que yo deseo, sobre todo, es, primero que nada, este pensamiento, que tenga un pensamiento coherente. A lo que ahora mismo puede ser una bomba atómica. Tiene que haber un pensamiento coherente de libertad, de economía, de la relación entre unos y otros, porque se nos puede ir de la mano, ello aquello que siempre uno decía: ‘El cubano, cubano, es un hermano, estemos dónde estemos, en la situación que estemos”.
“También se lo digo a los activistas, y a los activistas que hacen los programas de demanda. Si Usted tiene 10,000 dólares, para hacer la demanda en contra el racismo en Cuba, perfecto, diez mil dólares. De estos diez mil Usted se gasta cinco mil en pegatina, Usted ha hecho nada, nada ha hecho, porque para mí, la defensa va primero a las necesidades de las personas a quien Usted va a defender. A las necesidades espirituales, primero hay que empoderar esta víctima – víctima no, a este victimizado. Primero empoderar ahí, empoderar económicamente, empoderar de un despertar de conciencia”.
“Cuando se habla de negro en Cuba, se habla del negro que ha estudiado, que ha hecho familia, que se ha empoderado, que son super trabajadores, etc. Pero al final la caga, entonces desde la propia expresión, solamente con la expresión, ya te imaginas cómo puede sentirse uno, cómo pueden sentirse los niños, y sobre todo las niñas. Las niñas negras son las victimas más latentes del racismo en Cuba. Porque todo empieza con la discriminación por el pelo, por ahí empieza”.
“Para la niñez y la adolescencia, ahora con esta conciencia que tengo ahora, la Revolución, significa traba, fue una traba, porque todo el tiempo estuvimos direccionados. Todo el tiempo estuvimos bajo la condición de que, si no piensas como yo, si no haces lo que yo digo, es que no estás conmigo. Y peor aún, ¡qué si no haces lo que yo digo, si no sigues mis consignas, no eres cubano! Entonces ahora mismo, con la conciencia que tengo, como activista, como feminista , ahora mismo estoy en la pelota”.
Myrna Rosa Padrón Dickson, nacida en 1964, se autoconsidera un ser libre, debido a que durante toda su vida se ha dedicado a los trabajos comunitarios y sociales con el fin de apoyar a la población cubana y principalmente a las minorías en ella. Es promotora de los movimientos LGBT+, feminista y agrupaciones contra el racismo, su interés por estas causas se cimienta en el desinterés del Gobierno comunista cubano al intimidar y no proteger los derechos básicos de estas minorías. Myrna es fundadora de los proyectos socio-artísticos “mirArte diaDía” y “Casa Tomada Mirarte”, el segundo, toma el lugar en su casa en el barrio marginal Marianao en La Habana. Myrna organiza talleres, seminarios y divulga distintos cursos educativos. Reside con su novia Siria González en Marianao y las dos se dedican intensamente a desmontar el discurso racista, discriminatorio y excluyente que persiste en la sociedad cubana, como un pilar indispensable para el cambio hacia una Cuba democrática.
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