“De un día para otro, fuimos al banco y lo habían intervenido. No pudimos sacar dinero, la caja fuerte no pudimos [abrirla] porque mamá tenía dinero en dólares de sus ahorros. Entonces ella los guardaba en su caja fuerte y todo estaba bloqueado. Pero yo tenía cuando me casé, mi madre me compró lo que se llamaba un ajuar tan grande de sábanas, manteles; preciosidades. Yo empecé a vender cosas porque qué íbamos a hacer y mamá tenía nada más, que le dejaron, 600 pesos al mes por los dos edificios grandes que tenía de apartamentos. Eso fue todo lo que le daban, que era lo máximo que entregaban”.
“Yo creo que el machismo va a existir mientras el mundo sea mundo y, con perdón de todas las mujeres, porque las mujeres también tenemos un poquito de culpa de que ellos [los hombres] sean así. Es verdad, desgraciadamente. El cubano era machista. Según las edades, tú notas a los señores que quedan mayores, que son machistas, lógico, pero es que el joven también, no es que no sea muy machista. Yo no lo sentí. Claro, mi marido no lo era [machista], pero yo si lo malcriaba a él. Era una cosa que la encontrabas natural. Eran épocas. Ahora les ha dado por el feminismo. Mira, una mujer nunca podrá ser igual que un hombre. Yo no quiero ser igual que ellos”.
“Habría una parte [del pueblo] que no, que siempre se daba cuenta que era comunismo. Pero es que él lo disfrazó tan bien, como lo hacen todos, que nadie pensó que era comunismo. Hasta que un día se paró en televisión y dijo que él era comunista – marxista, que si eso lo hubiera dicho antes, nadie lo hubiera apoyado. Ya más evidente no podía ser. Así que nosotros empezamos a preparar para salir sobre el año 1961, pero nos faltaban pasaportes y eso sí es un trámite, lo saben todos el jaleo que es el papeleo y además teníamos que entregar la casa. Hacían un inventario de todo lo que tenías en la casa. No puedes tocar nada hasta que te vas y les dejas todo”.
“No, con Batista si tú no formabas Revolución, como decían ellos, tu podías hacer tu vida normal. O sea, nosotros vivíamos en Tarará y en la casa, cerquita de la mía, la que daba al fondo de la mía, ahí iba Ventura, que fue un criminal espantoso, un jefe de policía que quien cayese en su comisaría, sabía que era martirizado, sobre todo la juventud que fuera un poco de izquierda o revolucionaria. Si tú no te metías a hacer revoluciones, tú no tenías problema ninguno. Yo no tuve problema ninguno, ni mi marido tampoco. Por eso yo creo que el pueblo, sobre todo gente rica, apoyaron a Fidel, aunque después lo negaran, porque si no lo apoyan los pobres, los ricos y los medianos, Fidel Castro no hubiera triunfado. Todos lo ayudaron”.
María Josefa Calafat Moya, hija de padres cubanos, nació en Madrid, España, el 13 de junio de 1931. A la edad de cuatro años, precisamente en 1935, sus padres decidieron irse a vivir junto a sus hijos a Cuba, donde ambos tenían negocios, entre ellos una finca en un pueblo llamado La Julia, perteneciente a la antigua provincia Oriente, y la madre tenía un edificio de apartamentos para rentar, en La Habana. Cuando triunfó la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, el gobierno de Fidel Castro le decomisó a la familia de María Josefa todas sus propiedades, al igual que las cuentas bancarias que tenía su madre. Por esta y otras razones, ella junto a su esposo y sus tres hijos decidieron exiliarse en España, a la que llegaron en octubre de 1962. Después de pasar muchas necesidades en España, Calafat consiguió el empleo de secretaria del Ministro de hacienda, Alberto Monreal Duque, hasta que éste terminó su mandato en 1973. También fue integrante del, ya extinguido, Centro Cubano de España, para luego ser su presidenta todo un año. Actualmente, María Josefa Calafat, vive en Madrid, España y tiene 5 hijos.
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