“El que le promete a un pueblo igualdad en su población, porque los ricos no pueden existir, y los pobres van a seguir siendo más pobres, ese no es bueno, ese es comunista. Porque el que se prepara y trabaja por tener un nivel económico, político, cultural y social alto, merece obtenerlo. Porque si lo trabaja, debe obtenerlo. Y el que no lo hace y se conforma con estar bien pobre, hay que respetar que no quiso, y hay que respetarlo sin maltratarlo y sin quitarle derecho, pero respetándolos, a unos y a otros. Los ricos no necesariamente son malos para la sociedad, malo es el uso que le den a su riqueza y al poder.”
“A veces las trasladaban, pero a veces las visitas eran más frecuentes para las que estaban en el plan [las presas que se incorporaron al plan de rehabilitación]. Y llegado un momento… Porque si le digo mi verdad… A mí no… Vaya, inmiscuirme, porque el hecho de que estuvieran en el plan no las hacía enemigas, seguían siendo nuestras compañeras. Y lo que manteníamos era el respeto, tanto por parte de las que pasaban al plan, como por las que no pasábamos. Seguíamos siendo tan presas, a veces a ellas después de un tiempo les daban permiso para ir a visitar ellas a las familias. Un día o algo así. Pero las diferencias de trato y eso no eran gran cosa, sobre todo para estas personas que tenían que oírles las cantinelas de ellos, que era peor que si a usted le hacen un maltrato físico, porque tener que soportar que el que está allí, que ese sí es su enemigo, dándole una charla de las bondades del sistema, no es fácil.”
“En Cuba en ese momento, año 1961… Perdón, 1965, porque ya en el 1961 las cosas estaban bien difíciles. En 1965 yo soy llevada a la prisión de mujeres en Guanajay, provincia de Pinar del Río en aquel momento, que ya después ha sido cambiado de provincia y de todo. Pero bueno. En aquel momento pertenecía la prisión de mujeres de Guanajay que había sido creada desde 1945, como prisión política de mujeres comunes, de las mujeres que existen en cualquier país del mundo, y que tienen que cumplir una sentencia. En aquel momento era para las presas políticas. O sea las presas que por razón política eran confinadas en ese lugar.” ¿A usted la condenaron en el 1965? “En el 1965. Y salí seis años después, en el 1971. Aquella prisión era algo así como un campo de concentración, diría yo. Mujeres desde menores de edad hasta personas de sesenta y pico, setenta años.”
“Hasta allí, más o menos, ese sistema que hoy devasta Cuba, el país mío, todo iba sobrellevándose, porque en ningún momento mi formación democrática estuvo de acuerdo con ese señor [Fidel Castro], que desde el principio ejerció el poder de una forma absoluta, sin dejar la oportunidad ni siquiera de discrepar pacíficamente las cosas con las que uno no estaba de acuerdo por la sencilla razón de tener una formación diferente.”
Los ricos no necesariamente son malos para la sociedad, malo es el uso que le den a su riqueza y al poder
Cristina Cabezas nació en 1932 en la capital cubana. Su familia era de origen libanés y sus padres llegaron a Cuba a principios del siglo XX. Cristina nació en un medio humilde, de pocos recursos económicos. Era la hija número once de la familia. A pesar de ser una familia de trabajadores, en ella siempre se enfatizaba que había que respetar a los demás y por eso a Cristina, cuando adulta, no le gustaba la manera totalitaria de dirigir el país practicada por Fidel Castro. Estudió Ciencias Comerciales en la Universidad y se formó también como un técnico de transfusión. Luego empezó a trabajar en una florería, cuyos dueños se vieron obligados a abandonar el país a causa de su militancia contra el régimen. En aquella época, Cristina se empezó a reunirse con personas que también estaban en contra del totalitarismo cubano. En consecuencia, la Policía la persiguió hasta encontrarla en una casa de sus amigos. Después de la detención, el proceso judicial fue bastante rápido y no cumplo con ningún estándar de un proceso justo. Fue encarcelada en la prisión de Guanajay, en la provincia de Pinar del Río. Pasó en la cárcel seis años, entre 1965 y 1971. Fue testigo de una violación sistemática de Derechos Humanos, de la privación de asistencia médica y del chantaje emocional a la presas políticas. Liberada en 1971, después de haber trabajado algún tiempo en un hospital, se fue de Cuba en 1980 para poder denunciar los casos de abuso, entre ellos el de su marido, también disidente y preso político. Habló sobre el presidio, entre otros países, en Francia, Holanda y en Estados Unidos.
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