“La atención médica en la prisión primeramente estaba alejada de lo que era prisión. Estaba en el mismo penal, pero un poco alejada. Para llegar ahí, había que suplicar prácticamente a los guardias. Para que te llevaran a un puesto médico, por ya sea un dolor, por lo menos era en mi caso. Yo tuve dos meses, que me dolía una muela, se me aliviaba y me dolía y dolía, y se me aliviaba y me dolía y nunca había nada. Cada vez que me lo veían, las pocas veces que logré llegar ahí, no había nada para entrar a esa muela, porque no te revelaban la muela, te la sacaban. Ya la solución – y tuve que usar un método salvaje, como aquel quien dice. Tuve que calentar un clavo y ponérmelo en el nervio para aliviar este dolor de muela, porque no me lo aguantaba nadie, no lo aliviaba nada, ni pastillas ni nada de eso. ¿Porqué? Porque no había, no había recursos, no tenían una anestesia, no tenía nada para sacar una muela”.
“Los beneficios te digo eran, normales del régimen del Combinado, que eran los dos meses de rebaja; la mínima - que es un proceso que le dan al recluso, es una vía que le dan a recluso de ir incorporándose a la sociedad, que es trabajar en el campamento, del mismo penal o bajan, cuando llega su tiempo lo mínimo lo bajan, trabajan en el campamento y la libertad condicional. En aquel tiempo no daban, tenía una palabra – priorizado. La salida ilegal en aquel tiempo era como un delito priorizado. No había ningún beneficio. Nosotros prácticamente no teníamos ningún derecho a nada, comparado con antecedentes del asesinato, delito de asesinato, de droga, de robo”.
“El alcoholismo se ve, se veía mucho también, y bebidas malas, no eran bebida buena, era bebida mala, eran caseras. Por lo menos en mi barrio, se tomaba bebida producida por la misma gente. Y yo tengo amigos que todavía en la actualidad siguen con eso, se pasan semanas tomando, no tienen ningún propósito, ningún futuro, ya para ellos todo terminó. Si no hay alcohol, no hay nada. En aquellos tiempos se veía eso. Eran grupos, tomaderas, y todo eso generaba violencia y necesidad, mucha necesidad”.
“Esta carencia que yo te digo conlleva la violencia, porque muchas cosas que nosotros los jóvenes queríamos tener, no los podíamos tener. Ahí es donde empieza la violencia, que es, ya íbamos a lugares, prácticamente nos divertíamos, era porque ya los jóvenes pensaban en andar con cuchillo, ya tenían otra mentalidad de violencia - fajarse con aquel, con el otro, entre grupo, entre banda, el vandalismo. Tu no podías, a veces quería, a veces iba ir a un lugar y tenía que estar afuera, o alejado, o aparte, porque si estabas dentro de un grupo, podías salir lesionado. Y eso se ve en todos los barrios, en la esquina, se veía aquello, por la noche, en la tarde, en las tardes no podía caminar, porque podía ser atacado por cualquiera y era mal. Era difícil el momento”.
Cuba no va a cambiar si sigue este Gobierno. Cambia, sólo si cambia el Gobierno.
Yunier Guerra Samón nació el 10 de octubre 1983 en Guantánamo, en un barrio marginal. A sus 15 años se capacitó en automotriz mecánica, sin embargo, nunca se dedicó a este sector. De 2002 a 2003 atendió al servicio militar obligatorio como guardia en la cárcel “1580” en La Habana. Por la situación complicada de los jóvenes en la provincia de Guantánamo, prevalente violencia, falta de motivación de trabajar, alcoholismo y por no ver el futuro prometedor decidió en 2006 abandonar el país. Intentó escapar por la Base Naval de los EE. UU., pero su intento falló y Yunier fue condenado a tres años con ocho meses de prisión en “El Combinado de Guantánamo”. Al salir de la cárcel se unió al partido político oponente al régimen comunista “Partido Democrático 30 de noviembre Frank País” y participa en las marchas antigubernamentales y los debates por derechos humanos en Cuba. Es soltero y reside en Guantánamo.
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