Una vez enredado en la telaraña no tienes cómo salir.
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Rolando Manuel Rodríguez Azahares viene de una familia cuya relación con el proceso revolucionario en Cuba tiene varias dimensiones. Él mismo llegó a tener bastante éxito como trabajador de la famosa fábrica de níquel en Moa, uno de los pilares de la economía del país caribeño. Empezó como un ayudante y durante casi cuatro décadas iba subiendo la jerarquía de la empresa hasta llegar a ejercer el cargo del jefe del taller de instrumentalización. Mientras tanto se convirtió en un militante del Partido Comunista de Cuba y fue también dirigente de la Comisión de la Defensa de la Revolución. Sin embargo, finalmente llegó a la conclusión de que el sistema cubano no se importa de la población y hoy en día no pertenece entre los que apoyan al régimen. Sobrevive gracias a las remesas que le mandan sus familiares del exterior. Uno de sus hermanos, Ramón Rodríguez Azahares, fue un constructor destacado que contribuyó en la construcción de varios proyectos tanto civiles como industriales hasta convertirse en un opositor debido a la represión que sufrió su hijo, feroz crítico del régimen cubano, Néstor Rodríguez Lobaina.