“Era un espacio así estrecho. Dos camitas, pero de piedra, sin almohada. Si había alguna sabanita te lo daban por la noche. Un pedacito… no podías bañarte, porque tenían solo un huequito en el piso. Alguno una vez me parece que tenían algo… cómo si fuera una tacita pegada al piso, pero otros no. Era un huequito todo sucio, todo orinado. Allí no podías bañarte. Descalzo no podías y no ibas a mojarte los únicos zapatos que tenías. No te podías bañar. No te podías nada… No podías ir a orinar por el mal olor y los bichos. No podías hacer nada allí. Eso es terrible, horroroso.”
“Mi mamá sufrió muchísimo, porque quizás no lo esperaba… quizás pensaba otra cosa. Ella sufrió mucho, mucho, mucho… Me pedía y me imploraba. Llegó hasta decirme que se iba a quitar la vida y cosas así. Mi madre… que en fin no quiere un mal para un hijo. Pero bueno, poco a poco ella me fue comprendiendo. Me fue apoyando hasta que entendió que por ser diferente o porque mi orientación sexual no fuera lo que ella esperaba, yo no era una mala persona o una delincuente. Me siento ser una persona normal. // Cuando mi papá supo que yo era lesbiana, se escandalizó. Me vigiló. Una vez iba bajando por el parque a la casa… yo estudiaba en el centro de la ciudad… él me abordó con un tío mío y me ofendió, me golpeó, él y su hermano me humillaron, me hicieron sentir prácticamente una cucaracha por ser como era. Me hicieron sentir un monstruo. Me dijeron palabras duras que nunca en mi vida se me van a olvidar. La familia paterna rompió todo el tipo de relación conmigo. // La sociedad… es como si fuéramos un bicho o si tuviéramos una enfermedad contagiosa. La gente siempre habla, aparta a uno, critica, lo ofende, y cuando eres una opositora y lesbiana más todavía.”
“Una madrugada… sería como una de la mañana y ese día no teníamos nada que comer. Recuerdo que esa madrugada mi mamá estaba sentada en la cama y temblaba de hambre. Yo sentí tanta ira y tanta rabia que salí a la noche y me encontré una gallina. Cogí la gallina, me la llevé, la maté, la herví con agua y sal y se la di a mi mamá para que comiera. Aquello era triste. Solamente podían vivir un poco más las personas que tenían sus negocitos extra escondidos. Pero las personas de bajos recursos lo tenían difícil. En aquella época recuerdo que había muchas personas que molían la cáscara del plátano burro para hacer las croquetas o la fritura. Él que podía comprar una libra de harina de maíz para comer… eso era una comida de millonario en aquel entonces.”
Yolanda Pérez Díaz nació el 9 de septiembre de 1977 en Holguín. Su familia vivía en el campo de la provincia que lleva el mismo nombre y el funcionamiento del hogar estaba afectado fuertemente por el comportamiento dictatorial del abuelo materno, quien no vacilaba en golpear a los demás miembros de la familia siempre cuando algo no estaba tal como él había mandado. La relación disfuncional no solo con el abuelo, sino también con el padre marcó de una forma fatal la infancia y adolescencia de Yolanda. Cuando el padre se enteró de que Yolanda era homosexual, empezó a maltratarla y más tarde rompió la relación con ella completamente. Yolanda se quedó viviendo con su mamá y las dos pasaban por momentos muy difíciles. Después de haber terminado la secundaria, Yolanda dejó de estudiar y empezó a buscar maneras de ganar dinero para mejorar la situación económica del hogar y evitar el hambre durante los años duros del período especial. Iba al porcino y compraba el pienso para luego revenderlo a otro precio. En una ocasión tuvo que salir de casa por la noche para robar a una gallina y alimentar a su mamá que estaba en muy mal estado. Yolanda nunca trabajó para el estado. Siempre se dedicaba a la venta de productos de carácter variado en la calle. Entre otras cosas vendía cremitas de leche, huevos, alambre y bicarbonato. Su forma de vivir en la cual se refleja su orientación sexual con la independencia del estado la llevó al movimiento opositor. Forma parte de varias organizaciones de disidencia y participa en las manifestaciones. Eso ha resultado en detenciones repetidas, durante las cuales pudo comprobar las condiciones terribles en los centros de detenciones. Yolanda cría a un muchacho que no es su hijo biológico.
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