¡Ustedes mandan de la reja para fuera, de la reja para dentro mandamos nosotros!

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Ángel Pardo Mazorra nació el 16 de diciembre de 1942 en la ciudad de Punta Brava, cerca de La Habana. Su familia pertenecía a la clase media. Cuando Ángel estaba terminando la escuela secundaria, llegó la revolución. Aunque al principio no lo parecía, pronto todos comenzaron a notar que todo se dirigía hacia el comunismo. Comenzó a estudiar derecho, pero no terminó la carrera y empezó a trabajar en la oficina de su padre. Sin embargo, el país se acercaba cada vez más al comunismo. Ángel comenzó a comunicarse con un agente de la CIA, quien le pidió que monitoreara la construcción de bases militares para poder enviar información a los Estados Unidos. Además, en Cuba todavía quedaban misiles soviéticos, a pesar de que la crisis de octubre ya había pasado. Ángel fue arrestado en 1964 y pronto condenado a 30 años de prisión. La primera prisión en la que estuvo fue La Cabaña. Al principio, no creía que pudiera acostumbrarse a la vida en prisión, ya que las condiciones y el ambiente eran terribles. Después de cinco meses, fue trasladado a la prisión de Isla de Pinos. Allí había 15,000 prisioneros en cinco secciones. Todos fueron obligados a realizar trabajos forzados que duraron casi dos años. Eso solo terminó después de que varios prisioneros murieran durante esas labores. Un gran problema fue el uniforme de prisión: el uniforme azul. Para los prisioneros políticos, era completamente inaceptable, ya que significaba que el preso había aceptado el llamado plan de rehabilitación o reeducación, que implicaba someterse a todas las condiciones del régimen y reincorporarse a la sociedad comunista. Ángel, junto con otros prisioneros, se consideraba un preso político y siempre luchó por ello. Nunca permitió que los trataran como prisioneros comunes. En 1967 fue trasladado a la prisión de Sandino. Allí tampoco aceptaron usar los uniformes azules, por lo que tuvieron que permanecer solo en ropa interior. Las condiciones de vida eran inimaginables: por ejemplo, durante 78 días no pudieron bañarse y tenían que hacer sus necesidades en pedazos de papel de periódico. Como parte de su lucha por mejores condiciones en la prisión y por los derechos humanos, con frecuencia realizaron huelgas de hambre. La más larga duró 36 días y ocurrió en la prisión de Boniato. Allí intentaron quebrarlos, pero no lo lograron. Ocasionalmente, los prisioneros lograban obtener periódicos, por lo que comenzaron a escribir sus propios artículos, llamando a esto Prensa tapiada libre. Aunque en 1975 la situación mejoró un poco, los prisioneros aún enfrentaban un alto grado de aislamiento y falta de atención médica. En esa época, se produjo una revuelta de los prisioneros que culminó con el asesinato de un sacerdote. Para Ángel, esto fue una experiencia profundamente traumática. Después de esto, los prisioneros fueron trasladados a la prisión de Combinado del Este. En 1975, el régimen comenzó a abrirse un poco al mundo. Cada mes, el gobierno publicaba una lista de 600 prisioneros que serían liberados. Después de un tiempo, los prisioneros fueron enviados de nuevo a Boniato en 1976, donde les asignaron una sección especial. Parecía ser una prisión especial solo para unos 80 presos políticos, quienes comenzaron a llamarla Boniatico. Allí no solo fueron víctimas de violencia física, sino también de tortura psicológica. Los guardias instalaron altavoces en las celdas y reproducían sonidos molestos en diferentes intervalos. Desde la década de 1980, se ejerció presión internacional sobre Cuba en materia de derechos humanos. El régimen comenzó a liberar a algunos prisioneros al extranjero. Fue así como Ángel logró llegar a los Estados Unidos. Dejó Cuba el 18 de octubre de 1988, después de haber pasado 24 años en prisión y 19 años sin ningún contacto con su familia. Se reunió con su familia tras su llegada a los EE. UU. Ser libre nuevamente no fue nada fácil. Sin embargo, gracias a su familia, pudo sobrellevarlo. Durante su encarcelamiento, no solo la fe lo mantuvo con vida, sino también su lucha por los ideales de una sociedad democrática. Junto con otros, utilizó su tiempo en prisión para educar a los prisioneros comunes, muchos de los cuales defendían y protegían a los prisioneros políticos. Ángel siempre luchó por su estatus como prisionero político. Para él, eso era muy importante. Cree que, especialmente la generación más joven, no dejará de luchar por la libertad de Cuba. También cree que los responsables algún día serán debidamente castigados.