Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.
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¡Ustedes mandan de la reja para fuera, de la reja para dentro mandamos nosotros!
nacido el 16 de diciembre 1942 en Punta Brava, cerca de La Habana
cuando estaba terminando la escuela secundaria, llegó la revolución; no terminó sus estudios universitarios
a los 21 años fue arrestado por actividades contra la revolución
pasó 24 años en prisión y estuvo en varias cárceles
enfrentó violencia física y psicológica, pero su fe y sus ideales lo mantuvieron con vida
nunca aceptó el plan de rehabilitación del régimen
su peor experiencia fue el asesinato de un compañero de prisión durante un motín
se negó a usar el uniforme azul de prisión y pasó varios años solo con ropa interior o desnudo
desde 1975, el régimen comenzó a flexibilizarse un poco y se prestó más atención a los derechos humanos
la comunidad internacional exigió a Cuba la liberación de prisioneros, y el régimen accedió
el 18 de octubre de 1988, Ángel fue liberado y trasladado a los Estados Unidos, donde vive hasta hoy
cree en una Cuba libre y en la responsabilidad de las nuevas generaciones; está convencido de que su lucha no fue en vano
“Efectivamente, al principio hubo mucho entusiasmo del pueblo porque se había sufrido lo que era el régimen de Batista y muchas personas ya querían un cambio hacia una democracia que Fidel Castro aparentemente había proclamado que iban a ser elecciones en 6 meses y que iba a restablecer el país nuevamente hacia un nivel constitucional. Cosa que muchos dudaban, entre ellos mi padre. Y de momento cuando dijo elecciones para qué, ya se vio quién era el Che Guevara. Cuando vino Che Guevara a La Cabaña, los asesinatos del Che Guevara, los fusilamientos que se hicieron, esas que pusieron por la televisión, las turbas y todos esos que se veía de que era una falsa política, un circo romano. Ya en momento en mi casa se vio que lo que venía para Cuba, era algo nefasto,” recuerda Ángel Pardo Mazorra, un ex-prisoniero político que pasó 24 años en las cárceles cubanas.
Ángel Pardo Mazorra nació el 16 de diciembre de 1942 en Punta Brava, un pueblo de la provincia de La Habana, Cuba. Pasó su infancia en este pequeño pueblo, donde estudió en la escuela pública. Su familia pertenecía a una clase media estable; su padre era procurador y también participaba en actividades sociales dentro de la comunidad. Al terminar la enseñanza primaria, ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza para comenzar el bachillerato. Sin embargo, en 1959, con el triunfo de la Revolución Cubana, todo en su entorno cambió drásticamente.
Desde un principio, Ángel y otros estudiantes se dieron cuenta de que los ideales de la revolución estaban derivando hacia el comunismo. Criado en una cultura de valores patrióticos, influenciado por la doctrina martiana, vio cómo sus principios eran desplazados por una ideología ajena a la identidad cubana. Esto lo llevó a involucrarse en movimientos clandestinos de oposición al régimen. Además, era miembro de una agrupación juvenil de la Masonería y de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, donde se fortalecieron sus convicciones sobre la defensa de la patria. Cuando terminó el bachillerato, intentó matricularse en la Universidad de La Habana, pero al encontrarla dominada por la claque comunista, optó por ingresar en la Universidad Masónica, una institución privada, para estudiar Derecho. No obstante, cuando la universidad fue intervenida, abandonó sus estudios y comenzó a trabajar con su padre. A medida que la influencia comunista se expandía, también lo hacía la presencia de bases militares soviéticas en Cuba. “Se estaban instalando bases militares en distintas zonas, principalmente la zona donde yo vivía que era la parte occidental del país, y veíamos como habían campamentos donde ya no eran militares cubanos, quiénes estaban ellos, sino eran militares soviéticos y veíamos como pasaban tropas soviéticas por el pueblo en camiones, trasladando equipos militares y hasta una ranfulas que parecían algo extrañas que nunca habíamos visto y después supimos que eran cohetes que estaban instalando en Cuba”, describe la situación de la época de la Crisis de los Misiles de 1962.
Motivado por la necesidad de combatir al régimen, estableció contacto con grupos opositores dentro de la Unidad Revolucionaria. A través de estas conexiones, conoció a un agente que aparentemente trabajaba para la CIA, con quien colaboró en la recopilación de información sobre las bases militares soviéticas en Cuba. Su tarea consistía en ubicar campamentos, tomar fotografías de las tropas extranjeras y enviar la información a Estados Unidos para demostrar que, a pesar de la retirada oficial de los misiles tras la Crisis de Octubre, la presencia soviética en Cuba continuaba.
El 4 de noviembre de 1964, fue arrestado en una redada del gobierno cubano. En Seguridad del Estado, fue sometido a intensos interrogatorios, negando su participación en actividades subversivas. Sin embargo, en una madrugada, oficiales de la contrainteligencia le mostraron pruebas irrefutables: planos y fotografías que él había entregado supuestamente a la CIA, pero que en realidad estaban en manos de la Seguridad del Estado cubano. Posteriormente, descubrió que el supuesto agente de la CIA con el que había trabajado era en realidad un infiltrado de la contrainteligencia cubana, responsable de la desarticulación de numerosas operaciones opositoras.
Fue llevado a la prisión de La Cabaña, donde enfrentó un juicio sumario en el que, a pesar de que se había solicitado la pena de muerte en su contra, fue condenado a 30 años de prisión con trabajo forzado. La vida en la cárcel fue extremadamente dura. En la galera donde fue recluido había 500 prisioneros amontonados, durmiendo en el suelo y recibiendo raciones de comida insuficientes. Se le obligaba a presenciar las ejecuciones nocturnas de otros presos políticos, escuchando los últimos gritos de quienes eran fusilados.
Cinco meses después de su condena, fue trasladado a la Isla de Pinos, donde el trabajo forzado en el campo se sumó a las torturas y vejaciones diarias. En 1967, fue llevado a diversos campamentos de Pinar del Río, donde intentaron forzarlo a aceptar un uniforme azul, utilizado para los presos comunes y los que se acogían a la reeducación del régimen. Ante su negativa, lo desnudaron junto con otros presos políticos y fueron llevados a una sección de la prisión conocida como „la ciudad desnuda“, donde permanecieron sin ropa durante 78 días.
A lo largo de su tiempo en prisión, fue trasladado a distintos penales, incluyendo Boniato y el Combinado del Este. En Boniato, fue sometido a experimentos de depauperación física, torturas electrónicas y aislamiento extremo. “También a pesar de la tortura física, la tortura psicológica también nos aplicaron tortura electrónica. Eso duró un tiempo, como una semana, no las ponían 24 horas, las ponían por intervalo de tiempo porque siempre cuando se apaga el ruido, siempre te queda ese echo dentro de la cabeza y que tú sientes algo que te está molestando dentro de la cabeza, esa es la sensación que te daba. Y cuando tú ya más o menos sientes cierta tranquilidad, te la volvían a aplicar. No ponían música, era un ruido, era un chillido”, describe las condiciones inhumanas Ángel. Sin embargo, ni las condiciones insoportables ni la represión lograron quebrantar su voluntad. Participó en huelgas de hambre y actos de resistencia para defender su estatus de prisionero político. “Porque la primera huelga de hambre que nosotros hicimos en la Cabaña de acuerdo con los libros una persona a los 21 días ya estaba en estado de coma. De acuerdo con los libros de la medicina del médico. Cuando la primera huelga fue de 28 días y cuando se terminó, los médicos estaban alarmados de cómo tantos hombres, eran casi seiscientos hombres, habían aguantado tantos días que no sabían qué tratamiento iban a emplear como plan de recuperación y hasta los médicos del Ministerio iban allí y no sabía que iban a hacer.”
Finalmente, en 1988, tras 24 años en prisión, 19 de los cuales pasó sin contacto con su familia, fue liberado como parte de un acuerdo de intercambio de prisioneros y viajó a Estados Unidos. Su llegada a la libertad fue un reto, pues tras tantos años en condiciones extremas, incluso vestir ropa nuevamente se sintió extraño para él. No obstante, con el apoyo de su familia, logró adaptarse, retomó sus estudios y se integró a la comunidad de exiliados cubanos, participando activamente en organizaciones como la Casa del Preso Político. ¿Y cómo logró sobrevivir tantos años en las cárceles sin perder la fe y la esperanza? “Muchos de nosotros perdimos la libertad física pero nos sentíamos libres en la prisión porque le dábamos expansión a nuestra mente, creábamos, hacíamos poesía, como te dije, nos adaptamos al medio ayudando a los demás a superarse, a darle clases. Hacíamos hasta concursos literarios dentro de la prisión, o sea creamos un ambiente para estar fuera de la cárcel. Físicamente estuvimos encerrados pero nuestra mente estaba en el aire, estaba volando, estaba libre. Otros desgraciadamente no tenían esos medios, esta fortaleza espiritual para hacerlo”, explica Ángel.
A lo largo de los años, Pardo Mazorra ha continuado su lucha por la democracia en Cuba, convencido de que la justicia y la memoria histórica son esenciales para el futuro del país. Su testimonio se ha convertido en un ejemplo de resistencia y dignidad para las nuevas generaciones. “Primeramente no me arrepiento, el tiempo mío no fue un tiempo perdido. Hicimos lo que hubo que hacer en un momento determinado y me siento orgulloso de haber ocupado esa parte de la historia. Desgraciadamente, el resultado no fue el que nosotros esperábamos pero una vez, aquí en el exilio, y ver cómo ese fruto puede ser ejemplo para otras generaciones, no siempre de satisfacción, por eso yo cuando hablo en actos públicos, que a mí me invitan, yo siempre pongo esa parte positiva de lo que es la lucha por la libertad de Cuba, lo que lucharon nuestros antepasados, nuestros mambises, el ejemplo que ellos nos dieron, el ejemplo que nosotros pudimos dar y que las nuevas generaciones encontrarán en nosotros también una fuente de apoyo para seguir luchando y un ejemplo también para la resistencia que necesita para luchar cuando se está luchando contra un sistema. Porque la lucha en Cuba no es contra un hombre, ni contra Fidel, ni contra Raúl, ni contra un hombre particular. Es contra un sistema - mientras que en Cuba sistema dure un sistema totalitario y el sistema castro-comunista pues hay que seguir luchando”, cierra la entrevista Ángel Pardo Mazorra.
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