“En estos últimos años he vivido toda clase de formas de acoso. O sea, citas policiales, detenciones… fui detenido en 2015, 2016, volví a ser detenido en 2017. Esas son las detenciones ostensibles. Hace poco tuve una detención. Estas detenciones a veces ni siquiera eran en el sentido más trágico más allá de que uno pueda por ejemplo perder sus medios de trabajo. Pero ha sido muy duro el ciberacoso y la estrategia que tiene la Seguridad del Estado de afectarte en tu vida personal cotidiana de pareja. A ver, han usado fotos mías para debilitar y ponerme en conflicto en mis relaciones personales, o sea fotos mías íntimas que han robado de chats. O sea, he sido víctima de venganzas por parte del Estado. Han sido años en este sentido muy duros. El año pasado a algunos activistas LGBT nos hicieron amenazas de muerte desde un perfil falso en las redes sociales. Ha ocurrido de todo. No obstante, yo no me comporto ni me siento una persona aterrorizada, trato de actuar normalmente. Como periodista intento distanciarme o olvidarme de estos intentos cuando tengo que trabajar como periodista, cuando tengo que valorar la situación cubana, trato de olvidarme de esos incidentes.”
“Yo estuve entre los periodistas que fueron detenidos en Baracoa en la cobertura del huracán Matthew. Eso fue un momento crítico para el periodismo cubano de la gente de mi generación, porque muchos periodistas jóvenes no estaban bien al tanto de las historias de represión que habían sufrido en el pasado periodistas y activistas como los que hubo antes. O sea, como la generación miramos a esta gente desde la superioridad, pensando ‘ustedes no eran verdaderos periodistas y ustedes eran mucho más vulnerables que nosotros, esto no nos va a ocurrir. Y fuimos detenidos en Baracoa como una docena de periodistas. Esto fue en 2016. Yo estuve entre ellos. Estuve tres días en un calabozo. Perdí todos mis medios de trabajo que fueron ocupados para una investigación y me acusaron de actividad económica ilícita. Luego descubrí que el proceso nunca existió, que todo es una farsa. No había ningún rastro documental de lo que ha pasado. Que simplemente la policía me había robado mi computadora y mi cámara.”
“Empecé a publicar contenido relacionado con la comunidad LGBT y en 2012 pasó algo importante que me cambió un poco la vida. Es que yo publiqué un reportaje este año sobre el Censo de Población y Vivienda en 2012. Yo fui el periodista que descubrió que el censo originalmente en su metodología iba a registrar las parejas del mismo género que vivían juntas. Y que después, al parecer, la homofobia se impuso en la Oficina Nacional de Estadística e Información. Y como los manuales ya estaban impresos y es un país donde todo falta, tuvieron que tachar los manuales a mano uno por uno. Eso fue en 2012. Yo pude verificarlo todo. Publiqué un texto bien extenso con fuentes de la Oficina de Estadísticas con fotos de los manuales tachados y eso se hizo titular en medio mundo. Allí empiezan mis problemas. Mis jefes creyeron de inmediato que el reportaje estaba bien hecho y que no había nada que criticarle, pero me dijeron que igual tenían que sancionarme, tenían que censurarme, porque los encima de ellos se lo exigían. Y que de ninguna manera un periodista que trabaja en los medios oficiales se les podía atacar la tarea del censo que estaba movilizando a tanta gente en Cuba. Fui sancionado, me mandaron a un puesto de menor importancia. Seguía ganando lo mismo, pero sí sentí el mal sabor de haber sido censurado.”
“Las escuelas en el campo en general no despertaron en quienes lo vivimos la afición al trabajo, ni gusto por la vida en el campo. Más bien todo lo contrario – rechazo. Eran espacios de control. Las escuelas en el campo… las becas estas que surgieron en los 70, yo creo que fueron una estrategia también del Gobierno para desconectar a los más jóvenes de la vida familiar, de las relaciones sociales digamos que se generan en la ciudad. Un poco como construyendo una intimidad entre alguien que está formándose y el poder, el Estado, que es como el centro alrededor el cual gira toda la vida en un país como es este. Me parece que fue más o menos esto. Y bueno, me tocó participar en todo esto y trabajar en el campo un poco.”
“Tengo un montón de recuerdos de la vida cotidiana en esa época (del Período Especial). El racionamiento llevado a un nivel extremo. Para comprar algo tan básico como una hamburguesa había que presentar el carné de identidad, las colas eran inmensas. Un poco lo que estamos volviendo a vivir – de otra manera, pero tiene puntos de contacto – con la crisis económica generada por la epidemia. Y bueno, por la crisis estructural de la economía cubana que es algo que está muy arraigado. O sea, las distorsiones en la materia de decisiones y de la política económica nos han conducido a la crisis actual.”
La gente dice que quisiera vivir en el mundo del telenoticiero, porque todo está mucho mejor por allí
Maykel González Vivero nació en la ciudad provincial de Sagua La Grande situada en la parte central de Cuba. Los primeros años de su vida en la familia que en general apoyaba a la Revolución todavía eran marcados por un relativo bienestar que se vivía en Cuba gracias a una estrecha vinculación económica a la Unión Soviética. Todo eso acabó muy pronto con profunda crisis económica que surgió a principios de los años 90. Desde muy pequeño, Maykel se daba cuenta del carácter doctrinario de la educación cubana y los estudios no le despertaban mucha ilusión. Debido a que una gran parte de sus familiares se dedicaban al periodismo, también Maykel optó por esta carrera. Trabajó varios años en los medios de comunicación provinciales de Villa Clara. Posteriormente entró en conflicto con las autoridades a causa de publicaciones en su blog personal. Sus análisis de la discriminación de la comunidad LGBTI resultaron en la opresión por parte de su empleador y de las autoridades estatales. Pasó tres días en un calabozo después de cubrir el huracán Matthew en Baracoa en 2016, contratado por el Diario de Cuba. Inclinando cada vez más al periodismo independiente, participó en talleres para periodistas de la ONU y en 2017 fundó el periódico online Tremenda Nota que se centra en sus artículos en los problemas de las comunidades marginalizadas. Es uno de los periodistas que cubren la persecución del Movimiento San Isidro y de su líder Luis Manuel Otero Alcántara. En su trabajo periodístico considera de suma importancia brindar la información más completa posible sin dejarse llevar por los sentimientos personales.
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