“Una madrugada fui sacado de la casa por fuerzas del Ejército Rebelde de la zona, de Punta Gorda y Cayo Güín y llevado a un lugar intrincado de la zona de Sagua de Tanamo. Yo era hijo de un militar y junto conmigo hubieron también cuatro más ciudadanos. YO nunca supe la real causa por la cual me secuestraron. Pienso después que sería una medida preventiva de las fuerzas rebeldes previo al ataque de esta misma zona de Sagua de Tamano. Allí tuve que trabajar duro de noche haciendo trincheras en los montes, tendiendo líneas eléctricas. Eso en la preparación al ataque de Sagua de Tanamo. Era un trabajo forzado. // Allí estábamos todos en una prisión que consistía de una cueva natural. Fue alrededor de tres meses.”
“Yo aprendí que la principal responsabilidad de un técnico era defender y construir con calidad, pero en aquel tiempo se acostumbraba a construir con metas. Entonces el técnico generalmente no era el jefe de la obra. El jefe de la obra era un responsable y nosotros estábamos subordinados. Por las metas que tenían para terminar determinadas obras en un espacio de tiempo relativamente corto. Desde mi punto de vista había que hacer las obras corrientes con mala calidad y yo era enemigo de eso. // Se llegó incluso a acusarme de yo estar frenando el desarrollo de la obra por yo defender construir con calidad. // Por esa razón un día, de manera injusta, intentaron trasladarme del lugar y eso resultó para mí en una afectación seria para la relación mía con mi hogar, transportación y el desempeño de mi trabajo, porque ya tenía cierta experiencia allí, tenía conocimiento desde la base y estaba preparado para asumir cualquier tipo de obra en cualquier lugar. Pero por un capricho de otra gente se me quería mover, hacerme daño de manera ilegal. Yo no estaba de acuerdo y entonces me dejaron fuera de servicio. Me sacaron por desobediencia.”
“Incluso se conspiró para acabar con la vida de Néstor Rodríguez Lobaina en la prisión a través de presos criminales que existían acá. Se convocó un oficial del MININT, reunió algunos presos políticos de connotación criminal condenados hasta treinta años en la prisión para que acabaran con la vida de Néstor Rodríguez y que después quedara como problema entre presos. Esto fue conocido y denunciado. Cuando esto se llevó a cabo, aquellos presos que convocaron para que cometieran el crimen, algunos no estuvieron de acuerdo. Claro que no lo pudieron expresar, pero se lo hicieron llegar al muchacho allá dentro de la prisión. El muchacho se lo hizo llegar a su esposa. Lamentablemente su esposa no jugó el papel que correspondía en aquel momento y no informó de eso a su familia y se llevó a cabo el crimen. Con tan buena suerte en la propia prisión otros presos intercedieron para evitar su asesinato. Le llegaron a fracturar la mandíbula… un preso de estos de alta peligrosidad que había caído preso, era militar y policía en La Habana y allí estaba preso en el Combinado de Guantánamo. Fíjate que eso estaba planificado y coordinado. El reeducador que le correspondía a Néstor Rodríguez Lobaina y que no puede faltar, porque es quién tiene que formar a los reclusos en el matutino y darle las tareas que les corresponden a cada uno, no fue a trabajar este día. Cuando Néstor estaba inconsciente y sangrando, tirado en el piso, nadie fue a darle auxilio. Ningún preso, allí había reeducador, no había nada. Cuando él recobró el conocimiento alrededor de las doce del día balbuceando, porque tenía las dos mandíbulas fracturadas, no había un militar, no había un custodio. A la una de la tarde no habían recogido a este preso para llevarle a la enfermería. Fíjate que era planificado que otros presos le asesinaran en la prisión.”
Aprendí que la principal responsabilidad de un técnico era construir con calidad
Ramón Rodríguez Azahares nació el 21 de abril de 1938 en Baracoa, ciudad ubicada en la costa norte de la región más oriental de Cuba que hoy en día pertenece bajo la provincia de Guantánamo y su economía depende sobre todo del cultivo de productos como cacao, café y coco. Ramón empezó a estudiar tan solo cuando tenía 10 años. En aquel entonces vivía con sus abuelos, ya que su padre era militar y más tarde sirvió bajo el mando del general Fulgencio Batista, lo que resultó en el secuestro de Ramón por parte de las fuerzas rebeldes durante las luchas antes del triunfo de la revolución. El joven pasó tres meses durmiendo en una cueva natural en medio de la selva tropical y junto con los demás secuestrados tenía que hacer trincheras y tender líneas eléctricas para los grupos rebeldes. Volvió a casa gracias a una operación del ejército nacional. Ramón estudiaba en la Secundaria Obrera y Campesina y más tarde se iba instruyendo en las bases de la arquitectura y construcción. En 1968 se graduó en Construcción Civil e Industrial en La Habana. Ramón trabajó en un sinnúmero de proyectos a través de todo el territorio de Cuba. Participó por ejemplo en la construcción de viviendas y obras del carácter infraestructural del pueblo Birán. Fue jefe técnico de similares proyectos en Isla de Juventud, Moa, Baracoa y Guantánamo. Sin embargo, chocaba con la idea de que había que cumplir con las metas en lo que se refiere al rápido levantamiento de obras nuevas, porque en su opinión así no se podía construir con calidad. Debido a su actitud rebelde fue suspendido a pesar de haber trabajado casi 40 años. Ramón apeló en el tribunal, asumió su propia defensa y ganó. Regresó a su profesión y trabajó hasta su jubilación. El carácter rebelde se reflejó también en los hijos de Ramón. Néstor Rodríguez Lobaina, hoy en día renombrado opositor cubano que vive en exilio, fue víctima de hostigamiento continuo en contra de su persona desde la edad muy temprana, lo que resultó en su rechazo absoluto del régimen cubano. Las causas inventadas contra él terminaron en varios años en cárceles cubanas, donde incluso sufrió un ataque que supuestamente era planeado para acabar con su vida. Durante todo el tiempo en prisión, su padre estudiaba las leyes cubanas para poder ayudarle. Néstor Rodríguez Lobaina finalmente pudo salir de Cuba.
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