“Llamaba a los hoteles y si era una cubana, no me podía quedar. Si yo era una española que yo venía con mi perro y le decía: ‘Pues mire, es que mi perro no se puede quedar sólo. Yo no lo puedo tener en un guacal, yo lo quiero en una habitación.’ Entonces me decía: ‘No, no, no, no se preocupe, lo puede tener en la habitación.’ Entonces yo le decía: ‘Un perro tiene más derecho que un cubano en los hoteles en Cuba.’ Y fue una manera de ir - de cierta forma cómica pero a veces era triste – de ir revelando esa imagen del cubano que había aceptado de un ciudadano de quinta categoría porque no había visto esta otra cara. Fidel Castro en medio de todo mantuvo esa imagen del que él era un guerrillero disfrazado de verde olivo hasta los ochenta años. Pensaban que era un hombre austero y no lo era.”
“Recuerdo que para irnos de Cuba – aunque teníamos los pasaportes y las visas con anterioridad porque uno de mis hermanos estudiaba aquí – tuvo que ir otro señor a decir que era mi padre, firmar para conseguir los permisos, para que no supieran quiénes eramos. Y todo fue muy traumático cuando llegamos al aeropuerto, recuerdo que mi madre les dijo a las personas, a la familia, a los amistades que nadie fuera al aeropuerto para no hacer esto difícil. Porque aunque nos habían dicho que íbamos de unas vacaciones, sabíamos que la situación no era de vacaciones. Entonces fue muy triste porque cuando llegamos al aeropuerto empezamos a ver de lejos a las personas, algunas amistades, familiares, las personas que trabajaban en mi casa y ya eso por sí es emotivo, para mí las despedidas después de esta experiencia es como… cuando uno tiene que irse de un lugar… es como…no me gusta ver en la jardinería cuando arrancan una planta para transplantarla. Ese proceso me traumatiza un poco de pensar que alguien lo arranca de sus raíces porque me parece que eso es lo que nos pasó.”
“Yo estaba allí y yo empecé: ‘¡Comandante, unas palabras! ¡Comandante, unas palabras!’ Y efectivamente viene hacia donde yo estaba. Y cuando estoy allí, le digo: ‘¿Cuándo va a acabar la represión en Cuba?’ La cara fue como en choque porque nadie, como todo era protegido, nadie en Cuba pensó que eso iba a pasar. Me acuerdo de que los funcionarios que venían con él se quedaron en choque. Alarcón estuvo allí, no pudo llegar a él y se quedó. Entonces como no me contestó, igual con ese silencio lo único que se me ocurrió fue gritarle: ‘¡Cobarde!’ Pero fue un grito. Como no hizo declaración, todo lo que se escuchó fue el grito ‘¡Cobarde!’”
“A veces cuando pienso en el primero de enero 1959, los primeros días aquellos que se vio correr tanta sangre en la televisión, que arrestaron a uno de mis hermanos y a un tío mío. Ir a La Cabaña con mi abuela y ver que aquel paredón de fusilamiento a veces por la mañana todavía tenía sangre de la noche anterior. Tiraban unos cuantos cubos de agua. Y por allí tenía que pasar la familia de los que estaban presos. Ellos hacían pensar que así podían terminar sus familiares. Fue un sistema que comenzó con la crueldad – la crueldad con el enemigo y la crueldad con los familiares. Y lo irónico de todo esto es que comenzaron a matar después que habían triunfado. Esto no era una guerra y ellos habían ganado la batalla – ya tenían el país – y allí comenzó el baño de sangre. En Miami al poco tiempo siempre había reuniones – los cubanos pensando lo que era que podían hacer. Entonces comenzamos a escuchar… me imagino que los adultos lo sabían… pero de niños sabíamos que algo estaba pasando. Empezamos a oír de algunos acampamentos, se fueron mis dos hermanos, mis tíos – tres de los tíos – y al principio supuestamente… Yo me enteré de grande que eso era una operación encubierta.”
Lo importante es no guardar silencio ni ser un mero espectador, sino preguntar y denunciar los crímenes que ocurren. Informar al público sobre la realidad es una forma de luchar contra la falta de libertad
Ninosca Pérez Castellón nació el 15 de marzo de 1950 en La Habana. Vivió en Cuba hasta junio de 1959, cuando se mudó a Estados Unidos con parte de su familia. Su padre era coronel y tenía muy buenas relaciones con los estudiantes, incluido José Antonio Echeverría. En una de las manifestaciones de 1958, fue herido de bala. A finales de ese mismo año, su padre huyó de Cuba junto con el presidente Batista, lo que marcó tiempos difíciles para la familia y llevó a su emigración a Estados Unidos. La partida de Cuba fue traumática para la pequeña Ninosca. No fue posible despedirse de toda la familia, y además, el viaje estuvo acompañado de miedo e incertidumbre. Al principio, la familia vivió en Fort Lauderdale, pero después de algunos meses se trasladó a Miami. Algunos familiares y amigos de Ninosca Pérez Castellón fueron llamados en 1961 para participar en la operación de exiliados cubanos en Bahía de Cochinos. Desafortunadamente, no todos sobrevivieron la invasión. Desde Miami, Ninosca Pérez Castellón intentó luchar contra el sistema cubano y participó en la organización de campañas para apoyar a los presos políticos. En 1987, se casó con uno de ellos, Roberto Martín Pérez, quien fue liberado después de pasar veintinueve años en prisión.
Ninosca Pérez Castellón se convirtió en periodista de radio. Cuando su hermano regresó del combate, se negó a concederle una entrevista debido a las terribles experiencias que había vivido. Desde 1985, colaboró con la Fundación Nacional Cubano-Americana, que le ofreció la oportunidad de fundar una emisora de radio que transmitiera a Cuba en onda corta. Así nació „La Voz de la Fundación“, una estación de radio en la que realizaba llamadas telefónicas a Cuba para exponer la realidad del régimen y revelar la verdadera situación política y social de la isla. La emisora ganó gran popularidad. Ninosca Pérez Castellón regresó a Cuba por primera vez en 1994, cuando viajó con colegas a la base de Guantánamo, donde en ese momento había más de 43,000 refugiados cubanos. Con el tiempo, la emisora logró establecer contacto con grupos opositores en Cuba, y La Voz de la Fundación se convirtió en su plataforma. La estación de radio se transformó en un espacio donde se denunciaban los crímenes del régimen totalitario cubano. En una ocasión, Ninosca Pérez Castellón tuvo un encuentro cara a cara con Fidel Castro. En 2001, junto con otros colegas, fundó la organización Consejo por la Libertad de Cuba, aunque hasta el momento no han logrado su objetivo principal: convertir a Cuba en un país libre.
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