Sergio Lastres

* 1965

  • "No, no hay una garantía. Uno lo hace a base de esperanza, pero garantía no tienes ninguna de que te vas a reunir con tu familia. Pero uno llega al punto en que te das cuenta de que es la única forma de poder ayudar a la familia realmente. Allá, hagas lo que tú hagas es ilegal. Nos visitó la policía porque nos delataron un par de veces por la lotería. Yo tuve que comerme una lista una vez porque (en la lotería) cuando recoges el dinero, la gente apunta el número que quiere jugar y tienes que llevarlo a un lugar, a unas personas que se llaman 'banco' que son quienes reciben eso. Ese recorrido es riegoso siempre porque si la policía sabe que tú estás haciendo eso te espera en el camino. Además, te pueden seguir para ver dónde depositas la lista, que es como un banco, es decir, un hombre que recibe todo y paga —tiene el dinero para pagar a quien gana—. Entonces, vivíamos un riesgo constante. Eso nos daba el dinero que nos permitía vivir, no podíamos dejarlo y decir 'mañana no lo hago más'. Yo una vez me tuve que comer la lista, tragármela. Otra vez nos tocó un policía en la puerta, cuando miramos tuvimos que botar el pomo donde metíamos los números, desaparecerlo y a riesgo porque si sale un número, alguien que estaba en esa lista gana un número, teníamos que pagarlo nosotros —una cantidad que no teníamos tampoco—. Así no se podía vivir. Dejamos los niños en buenas manos".

  • "No eres cubano. Nos llaman ex-cubanos a los que escapamos. Además de traidores, ahora hay un nuevo término... A nosotros ya no nos reconocen como cubanos. Fueron negociaciones muy difíciles. Tuvimos que empezar a hacer una vida normal. En una situación extraordinaria tuvimos que adaptarnos y comenzar a hacer vida normal. Por ejemplo, los niños llevaban muchos meses sin estudiar, nos preocupaba esto. Había maestras, entre 30 000 personas había de todo. Entonces, hablamos con los soldados y les dijimos que los niños necesitaban dar clases, que emplearan su tiempo para que mentalmente estuvieran distraídos porque era una situación bien estresante. Estresante no era solamente estar allí (bajo situaciones de polvo, las personas se enfermaban de la garganta porque es un terreno bien polvoriento y muchas personas se empezaron a enfermar al principio), lo peor era la incertidumbre. Te dicen 'vas a estar cinco meses aquí', pero tú no sabías cuánto tiempo ibas a estar allí. Dejaste personas en Cuba que saliste para ayudarlas, para empezar a trabajar y ayudarlos y resulta que llevas un año en un lugar sin producir nada. Además, al principio fue difícil porque se ahogaron muchas personas. Allí en Guantánamo empiezas a oír las historias de personas a quienes se les rompió la balsa y sobrevivieron. Yo hablé con sobrevivientes de balsas donde habían muerto personas y familias en el mar. Entonces, te das cuenta de que se ahogaron muchas personas. Creo que todavía no hay una cifra exacta de cuántas personas murieron".

  • "Cuando las personas pensaron que iban a morir, la balsa quedó en una calma tremenda, asombrosa. Los que antes gritaban estaban sentados, algunos con las manos así. El agua ya nos daba por el pecho, por el estómago. A mí en vez de darme miedo de ahogarme me dio preocupación por mi esposa. Me sentí culpable y la culpa no me dejó tener miedo porque me cuestioné el haberla traído. Pensaba: 'no debí traerla porque ahora si nos ahogamos los dos, los hijos van a quedar huérfanos. Debí haber venido solo'. Todo eso empiezas a cuestionártelo —'por qué la traje, ahora los niños se van a quedar solos'— y todo lo que va a pasar te viene a la mente. Entonces recé. Yo creo en Dios, pero no soy religioso practicante. No soy de ir a la iglesia los domingos a practicar como un católico, no conozco una oración completa. Pero bueno, bajé la cabeza y empecé a orarle a la Virgen de la Caridad del Cobre, le pedí que nos salvara. Yo traía una bandera cubana y le prometí que si nos salvaba iba a llevarla a la Ermita de la Caridad aquí en Miami y que si no nos salvaba a todos, por lo menos a las mujeres y que mi esposa quedara viva. Recé para mí, todo el mundo parece que estaba orando para sí porque el silencio era tétrico, era un silencio total. Ya el ciclón había pasado y estaba calmada el agua. Ese era el único día en que estuvo calmado el mar. Y en esa calma yo pienso que las personas estaban orando porque estaban muy silenciosas —quizá pensando en su familia, en lo que pasaría—. Cuando estoy orando, pidiéndole a la Virgen, siento un ruido, como un zumbido y pienso que soy yo, que es mi mente, pero el zumbido se viene haciendo más alto y cuando levanto la cabeza eran dos avionetas de Hermanos al Rescate que nos vieron. Estábamos salvados".

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    Miami, USA, 10.04.2019

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    Miami, USA, 10.04.2019

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No le debo nada a Cuba, aprendí todo por mi propia cuenta

Lastres Sergio
Lastres Sergio
zdroj: Post Bellum

Sergio Lastres nació el 27 de marzo de 1965 en Cuba dentro de una familia campesina y humilde que nunca simpatizó con el régimen. Siempre supo que no quería quedarse en Cuba porque le costaba imaginar su vida así. A Sergio le gusta mucho el arte y, de hecho, tuvo la oportunidad de estudiar en una escuela de arte en Cuba, pero al final no ingresó. En un primer intento de escapar de la isla, Sergio fue despedido del trabajo. Para él, eso fue una señal de que debía intentarlo de nuevo. Lo intentó una tercera vez y logró escapar, aunque bajo circunstancias bastante dramáticas. Después de varios meses en Guantánamo, Sergio y su esposa llegaron a los Estados Unidos. Aunque todavía tienen una hija y un nieto en Cuba, no quieren volver. Hoy en día, la libertad les ofrece muchas oportunidades y no tienen la intención de renunciar a esta. Además, Sergio está totalmente dedicado al arte. Durante su vida, ha entendido que discutir el comunismo con la gente no es nada fácil. Por otro lado, la actitud de algunos cubanos hacia la lucha por la libertad lo desanimó totalmente y desistió de batallar y arriesgar su propia vida. Sergio cree que gran parte de la sociedad cubana ni siquiera quiere el cambio.