“El rechazo institucional [a los homosexuales] viene a partir de la creación de las UMAP [Unidades Militares de Ayuda a la Producción] que eso fue en 1964 si mal no recuerdo, quizá fue antes, pero yo creo que fue en 1964 que también empieza a el Servicio Militar Obligatorio Regular y era una forma de controlar a los jóvenes. Aunque la UMAP tenía la particularidad de que era como un campo de concentración sin disimulo alguno, para todo el desafecto, para los Testigos de Jehová sobre todo, que no aceptaban ir al Servicio Militar Obligatorio porque su religión no le permitía la violencia ni ninguna forma de uso de armas, etcétera. Por cierto, yo después cuando estuve preso, conocí muchos Testigos de Jehová en la cárcel”.
“La Revolución lamentablemente se inicia como un mito, porque ni Cuba estaba atrasada, no éramos tercer mundo, jamás. Eso ha sido una de las grandes mentiras. Ni éramos racistas. Yo me crié en Buenavista y en Buenavista yo tenía [como vecinos] chinos, judíos polacos, negros, españoles y mexicanos y jugábamos todos juntos. Había pobres y ricos, eso siempre lo hubo. Pero nunca hubo barrios de negros en Cuba. Entonces dónde está el racismo. Sin contar que había gente de todos los países. La gente inmigraba, venían de Italia a vivir a Cuba, venían de México. La Bodeguita del medio, que yo tenía en mi barrio, era de una mexicana que se llamaba Lupe, típica”.
“Date cuenta que yo me humillé hasta el piso, me gasté una fortuna y no me dejaron ir a ver a mi madre que se estaba muriendo. Además, con todo el placer que los caracteriza a esos degenerados le dijeron a mi hermana: No se preocupe que su hermano no va a volver a visitar más este país. Chica, como si yo hubiera puesto una bomba y lo que escribí fue una novelita. Si son capaces de generar y de sentir y de albergar ese odio en su alma para un homosexual indefenso, que ha escrito una novela contando cómo lo perseguían ¿Qué se puede esperar de ese país? Hubo que gente que me trataba y cuando caí preso pues cogían por la otra acera”.
“Allí empecé a estudiar teatro, pero lamentablemente, porque yo siempre he tenido mucha pluma [amaneramiento femenino en el hombre] en aquella época, pues empezaron las acusaciones, sobre todo por la envidia, porque yo era uno de los alumnos más destacados en una serie de cosas. Pues se empezaron a crear acusaciones, porque si homosexual, que si afeminado y no solo contra mí, sino contra varios”.
Yo me siento muy cubano, sin embargo, es el único país donde nunca me sentí bien
Daniel Domingo Fernández González, nace en el barrio Buenavista, perteneciente a la provincia La Habana, el 20 de diciembre de 1947. Procedente de una familia humilde, hijo de padre remachador de ollas de presión y de madre vendedora de productos a domicilio, Daniel, fue un niño al que siempre le gustó leer y saber sobre temas. Estudió parte de la Enseñanza primaria en un colegio católico de los Hermanos de La Salle para luego irse a alfabetizar a habitantes de la región oriental cubana, como parte de la Campaña de alfabetización. Realiza a los 14 años estudios de teatro en la Escuela de Arte Dramático de Cubanacán. Le llega la edad de cumplimentar el Servicio Militar Obligatorio, en el cual estuvo preso dos veces y también cumplió condena en la cárcel de El Morro. Terminado este, comienza a laborar en los muelles de La Habana como estibador y en ese tiempo escribió una novela sobre la persecución a homosexuales en Cuba, por la cual, tuvo que cumplir otra condena para luego exiliarse en Estados Unidos, donde reside actualmente y desde hace 42 años.
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