Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.
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A mí los excesos de la política no me gustan
nació en La Habana en 1941dentro de una familia pudiente.
en 1950 sus padres lo mandaron a estudiar a Nueva York y allí permaneció después de la Revolución cubana.
se graduó de economista en la Universidad de Pensilvania y tiene un doctorado en Derecho de la Universidad de Miami.
su carrera profesional ha estado vinculada al mundo financiero, empezando como analista hasta llegar a ser director de banco.
fue miembro de una delegación gubernamental estadounidense en Guantánamo cuyo fin era ayudar a los balseros refugiados en la base.
se involucró también en las actividades de apoyo educativo a los cubanos que emigraban a Estados Unidos y en el caso de Elián González en 2001.
Carlos de la Cruz nació en 1941 en una familia dedicada a los negocios y al cultivo de caña de azúcar. “Me llamo como mi abuelo paterno, Carlos Manuel de la Cruz, que fue representante en el Gobierno en contra de Machado. Él le pidió la renuncia al general Machado. La familia de mi madre era machadista. Digo esto porque en esa época los partidos contrarios se oponían, pero a la larga se arreglaban. Eso dejó de ser verdad a partir de 1959“.
En la línea familiar de los negocios
Siendo muy joven, su madre lo mandó a estudiar a un colegio en Nueva York. “Fidel Castro llegó a La Habana en el primer año de mi carrera. Estaba estudiando Contabilidad y pensando en volver a Cuba y trabajar con los ingenieros azucareros de mi familia”. Sin embargo, Carlos se dio cuenta rápidamente de que la posibilidad de volver a Cuba era muy remota. “La misma llegada de los barbudos la viví en el sentido de que estaba en La Habana, pero no fui a celebrarla. Sinceramente desde el principio… a mí los excesos políticos no me gustan. Yo creo que los cambios bruscos en la política muy pocas veces son positivos”. Carlos acabó sus estudios y encontró trabajo en Nueva York. Entretanto, en 1962, se casó con su actual esposa, Rosa Rionda de la Cruz, con quien tiene cinco hijos.
Al graduarse, Carlos empezó su carrera profesional en el sector financiero trabajando como analista en el First National City Bank. Posteriormente, en 1967, se trasladó con su familia a España. “Mi familia materna se había ido a vivir a Madrid. Estuve trabajando con los Rockefellers, llevaba un fondo de inversión de ellos y me fue bien. Fue un éxito comercial”. Trabajó también en fondos del Banco Iberia y paulatinamente se fue integrando en la élite financiera. Carlos de la Cruz retornó a Estados Unidos y se instaló definitivamente con su familia en Miami. Hizo un doctorado de Derecho en la Universidad de Miami; obtuvo el cargo de presidente del Miami National Bank y adquirió la distribuidora de la empresa Budweiser. Su gran éxito financiero vino con la adquisición de la empresa Coca Cola Puerto Rico. “Esta creció y hoy en día es el negocio madre de nosotros”. Desde entonces, se ha dedicado también al sector educativo, formando parte, durante nueve años, de un consejo de la Universidad de Georgetown y como director de la Universidad de Miami.
Los balseros de Guantánamo y el balserito Elián González
Regresó a Cuba como miembro de la delegación del senador Graham que llegó a la base de Guantánamo para ayudar a los balseros. “Eso fue una experiencia muy interesante. Ayudé en el proceso para que pudiesen entrar las 2000 personas que estaban allí de una forma positiva tanto para la comunidad como para ellos, porque el proceso de Mariel me dejó horripilado. Fueron unas circunstancias bochornosas para Estados Unidos, para los cubanos de Miami y para los marielitos que cogieron una mala fama no merecida al principio”. Gracias a esta iniciativa los balseros pudieron entrar de una manera mucho más tranquila al territorio estadounidense. Se les ayudó a buscar trabajo, a sacar la licencia de conducir, se les organizaron clases prácticas sobre diversos temas: impuestos, contratos, compra de carro y otros asuntos que desconocían porque el sistema era muy diferente.
En los tiempos que el mismo Carlos define como de “sus más calientes en política” participó activamente en el caso del niño Elián González. “Fue un niño que aparece de repente en Miami. Había venido en una balsa con la madre que se ahoga y un pescador americano lo encuentra en el mar. Sin embargo, después de su entrada a Estados Unidos empezó la parte legal de todo eso. La pregunta es: ¿si Elián, siendo un niño, se le podía permitir la entrada a Estados Unidos o no?“. En aquel entonces se desató todo un debate en torno a si era beneficioso para el niño ser deportado o no. El caso del balserito Elián dividió notablemente a la población de Miami. La mayor parte de los estadounidenses apoyaba su regreso mientras que la mayoría de los cubanos residiendo en Miami quería que el chico se quedara. A raíz de esta división, Carlos de la Cruz fundó junto con uno de sus colegas un proyecto de reconciliación llamado Cuban Study Group con la intención de mejorar la visión de la comunidad cubana y calmar a la población en general. Sin embargo, todo acabó con una gran victoria del régimen cubano que logró llevarse al niño de regreso a Cuba. “Fidel Castro habló de mí después del día de Elián. Él tuvo un discurso ese sábado. Nos mencionó a Carlos Saladrigas y a mí, que esto era un nuevo grupo que estaba en contra de él y patatín y patatán. Eso me reforzó”.
Carlos de la Cruz es también un asiduo del mundo del arte y al respecto comenta que Fidel Castro supo dividir bien la opinión pública americana y que eso era latente entre los artistas. “Fidel Castro no amordazaba tanto. Les daba a los artistas una cierta libertad de protestar contra el régimen, aunque eso tenía un límite. De esa manera se ganaba no a los artistas, pero sí a los museos de Estados Unidos”. Menciona que siempre hubo una ambigüedad en la relación de Fidel Castro con los artistas. “Creo que lo hicieron con mucha inteligencia. Dejaron que la izquierda bohemia de Nueva York sintiese que Fidel Castro era un campeón. Sin embargo, esa relación favorable hacia Cuba fue algo que tuvo que ver mucho con el mismo Fidel Castro y hoy en día ya no se siente tanto porque no es extrapolable al régimen. “Fue Fidel Castro, no creo que el régimen. Actualmente la ambigüedad se ha desambigüedado”.
La imposibilidad de un sueño antiamericano
En lo que se refiere al futuro de Cuba, Carlos de la Cruz no ve ninguna posibilidad de que haya progreso si la isla sigue manteniendo el rumbo político actual. “Básicamente, si no estás dispuesto a vivir en consonancia con la dirección de los países exitosos económicamente vas a verte en unas circunstancias muy pobres. Lo podemos ver en Venezuela hoy en día. Cuando uno se opone a las fuerzas económicas de la zona paga un precio. La doctrina de la soberanía de los países es muy bonita, pero no es lo mismo un país que no tiene entradas económicas que un país como Estados Unidos. Igual, si tú eres parte de una familia rica y te empeñas en vivir en contra de la familia, pues vivirás peor hasta que descubras la manera de hacer un dinero propio. Eso exige una organización que no existe en Cuba, ni creo que vaya a existir porque no tiene de dónde salir. Por lo que yo veo es muy difícil que de repente surja un proceso político antiamericano a 90 millas de Estados Unidos y que tenga éxito económico. Es como amarrarse una pierna y pretender que vas a ganarle a un corredor que tiene dos piernas”.
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