Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.
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“Comparto mi testimonio para que se supiera que pueda suceder en un régimen comunista”.
nació el 14 de marzo 1966 en Guantánamo, República de Cuba
a los 16 años, en 1982, lo condenaron a ocho años por el delito de robo con supuesta agresión, trasladándolo a la “Correccional Chafarinas” en Guantánamo
después de seis años en prisión salió en 1988 y en aquel entonces se dedicaba a los “negocios en la calle”
en 1989 cayó preso nuevamente y tras cinco años de codena fue liberado en 1994
durante la Crisis de los Balseros en 1994 decidió abandonar el país vía la Base Naval de los Estados Unidos de América en Guantánamo
en 1995 lo trasladaron de la Base Naval con otros emigrantes cubanos a un campamento laboral en Panamá
en 1996 lo regresaron por la Base Naval a Cuba y fue enviado directo a la prisión “El Combinado de Guantánamo”, de la cual salió libre en 1998
en total pasó 13 años de vida encarcelado en distintos calabozos y prisiones
se dedica a trabajos comunales, por lo cual afronta problemas tanto salariales como de protección personal y sanitaria
reside en Guantánamo
Frediberto Duperet Reuz vivió en total trece años de su vida en las cárceles cubanas. Fue condenado improcedentemente por varios delitos y por abandonar el país, la razón por la cual decidió compartir la historia de su vida bajo un régimen comunista dictatorial: “Yo siempre digo la verdad. Para que se sepa por lo menos que está pasando aquí en Cuba”.
A los 16 años en un calabozo
Frediberto Duperet Reuz nació el 14 de marzo 1966 en Guantánamo, en el sudeste de la República de Cuba. Creció en la casa de sus abuelos en un barrio violento llamado El Sur. En 1979, en octavo grado en secundaria, lo enviaron por problemas de conducta al Centro para menores “Picolito”. En esta escuela se mantenía el modelo “estudio-trabajo”, donde los niños eran obligados a trabajar en varios talleres o en el campo. “Muchos chicos se deformaban, era muy violento. Trato de los militares no era bueno, daban golpes, hasta con machete, la cosa no era fácil”, rememora su estadía en esta institución educativa. Después de dos años de encierro en esta institución para menores de edad, por fin Frediberto pudo abandonar las instalaciones de esta institución, no obstante, por un inmediato delito posterior a su salida lo detuvo la policía y lo encerraron en los calabozos, sin que importara que era todavía menor de edad. En los calabozos se quedó tres meses y cuando en 1982 cumplió 16 años, lo sancionaron a ocho años en la “Correccional Chafarinas” en Guantánamo. “Cometí un delito con unos botines negros, pero me acusaron de delito con otro muchacho, como se hacía antes, nos unieron la causa y nos condenaron por un robo con violencia”, describe el incidente que dio pie a esta sentencia.
Años en las cárceles cubanas
Las condiciones en la prisión Chafarinas las describe Frediberto como muy difíciles: “Todos buscaban cigarros, aunque no fumaban, pero así pudimos comprar una lona para dormir, si lograbas comprar la lona, era éxito”, recuerda. De esta penitenciaria Frediberto salió en libertad en 1988, después de haber servido seis años de su condena original que era de ocho años, lo que comenta así: “Al salir no pensaba como ahora, estuve sin trabajar, venía problema tras problema. Ayudaba un poco a mi mamá en agrícola, pero me dedicaba a lo de la calle”, comenta su vida fuera de la cárcel. Según Frediberto, ganar para la vida en la calle era muy peligroso y violento, ni siquiera había cumplido dos años en libertad, cuando nuevamente cayó preso por el delito de robo. “Ese delito fue grande, pasé cinco años en la cárcel pendiente al juicio. ¡Si sí soy culpable o no, tuve 17 juicios! Ni quiero hablar nunca de esto”. Lo condenaron a cinco años en el “Combinado Ariza” en Cienfuegos. Frediberto recuerda esta prisión como la más agresiva al compararla con otras en las que estuvo: “Había muerto cada rato, muy violento ahí en esa época. Los reclusos eran más salvajes. Sin embargo, los reclusos eran unidos, si se plantaba alguien se plantaba todo el piso”, explica. De la prisión salió en 1994 y este mismo año decidió abandonar el país durante “La Crisis de los Balseros”[1], cuando Cuba abrió sus fronteras marítimas a todos los que quisieran salir de la isla.
La Crisis de los Balseros en Cuba
En La Habana, Frediberto se acopló con un viejo amigo y un día de verano en una balsa rústica a las dos en la mañana salieron con otros diez cubanos hacia los Estados Unidos de América. “Prácticamente salimos en un tubo de aluminio, los pies teníamos en el agua y no había donde esconderse del sol fuerte. ¡Pasamos por hambre y sed, sobrevivimos gracias a los limones, nos mantuvieron”! retrata su viaje de cinco días en el mar, hasta llegar a la frontera marítima entre Cuba y EE. UU., donde los guardacostas estadounidenses los rescataron y llevaron a la Base Naval de los EE. UU. en la Bahía de Guantánamo en Cuba. “Era salvación, el mar estuvo muy bravo, el corriente de Golfo era muy fuerte y vino una tormenta, hubo mucho drama en el mar”, añade agradecido. En la base de EE. UU. se quedaron algunos meses, con cientos de cubanos que la marina estadounidense había salvado del mar. ¡“Estaba lleno, toda una población de los que se quedaron vivos; murió bastante personas en el mar”! comenta.
El campamento cubano en Panamá
De la Base Naval de EE. UU. trasladaron a los emigrantes cubanos a unos campamentos laborales en Panamá. “Estábamos trabajando en construcciones, una ola de cubanos que intentamos emigrar a los EE. UU., pero no supieron cómo ubicarnos”, describe las acciones del Gobierno americano ante La Crisis de los Balseros en Cuba. Pronto surgieron varias dificultades dentro de los campamentos en Panamá, los cubanos se empezaron a salir, escapar e intentaron quemar los campamentos. “Había muchos bichos, porque vivimos en la selva profunda, pero no puedo decir que alguna vez pasé hambre o sed”, recuerda Frediberto. El término de estos campamentos asomó cuando se empezaron a infiltrar cubanos comunistas y espías del Gobierno cubano. “Los infiltrados cogían cada rato a alguien. El Gobierno cubano aprovechó esta migración para infiltrar y crear chaos”, explica. Por este motivo regresaron a todos los cubanos a la Base Naval de EE. UU., Frediberto permaneció en la Base Naval hasta 1996.
Una garantía falsa
En 1996 regresaron a Frediberto de vuelta al territorio cubano en base al conflicto generado con un oficial de migración, cuando Frediberto le escupió en la cara. “Me cogieron, me tocó mala suerte y me devolvieron por la Base Naval a Cuba”, sintetiza el incidente. Aunque existía un acuerdo entre el Gobierno cubano y estadounidense sobre la “garantía” para los emigrantes retornados a Cuba, de no sancionarles, Frediberto fue enviado directamente a “El Combinado de Guantánamo”, donde permaneció dos meses antes de reubicarlo en “El Combinado de Ariza” en Cienfuegos, condenado a dos años de presidio. Es durante su estadía en reclusión, cuando fue obligado a participar en los campamentos laborales, lo que señala así: “Pasé por casi todos los campamentos de las prisiones, de trabajo forzado, era una explotación muy grande, cortamos marabú”. De la cárcel salió en 1998 y empezó a buscar empleo.
Trabajador comunal
Su condición de ser balsero y exrecluso no facilitaba su búsqueda de trabajo fijo. Finalmente empezó a laboral como albañil y después como ayudante de maquinaría hidráulica por cinco años. Frediberto nunca ha tenido opción y se afianza al trabajo que surge. Desde hace siete años ha trabajado como barrendero, en jerga cubana llamado “comunal”. “Desde hace tres años no nos han dado nada, tenemos problemas con el salario - el supuesto aumento no se ve, es mentira. Es trabajo cochino y ni tenemos overol, botas o algo, nunca se ha dado”, describe la falta de protección personal de los encargados de limpieza. Guantánamo es una provincia conocida por los problemas con epidemias como dengue y por el estado de suciedad. “Tuvimos que seguir recogiendo en el hospital durante la pandemia de COVID-19[2] sin protección, de hospital con muertos por COVID-19. Es empresa socialista y no garantiza salud de sus trabajadores, pero no puedes decir nada con la televisión”, comenta las dificultades durante la pandemia del coronavirus. Frediberto vive en Guantánamo y decidió compartir su testimonio para que la sociedad cubana y el mundo sepan que pueda suceder en un país de régimen comunista. “Yo siempre digo la verdad. Para que se sepa por lo menos que está pasando aquí en Cuba”, concluye anhelante de que las futuras generaciones aprendan de su historia y valoren la libertad y democracia.
[1] La “Crisis de los Balseros“ fueron acontecimientos que se desarrollaron en La Habana en el verano de 1994, motivados por la política del gobierno de Estados Unidos, de acoger en el territorio continental a todos los cubanos que llegaran a las costas estadounidenses. Se calcula que, en el verano de 1994, 32 362 cubanos escaparon de la isla en balsas. Más información aquí: https://www.radiotelevisionmarti.com/a/de-la-crisis-de-los-balseros-al-cuarto-exodo/127276.html
[2] En marzo 2020 la Organización Mundial de la Salud anunció pandemia mundial de COVID – 19. Más información aquí: https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019?gclid=EAIaIQobChMIt4Obzszf6QIVTtbACh2RrAPCEAAYASAAEgLsd_D_BwE
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Příbeh pamětníka v rámci projektu Paměť kubánského národa – nástroj pro transformaci kubánské společnosti ke skutečné svobodě (Iva Fričová)
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