Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.
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Llegó Fidel y patrás, patrás, patrás, como un cangrejo…
nació el 5 de julio de 1934 en el barrio habanero de Marianao
se jubiló a sus 60 años de edad, pero por necesidad volvió a laborar, ahora hasta los 70 años
posteriormente se hizo carretillero, vendedor ambulante de caramelos, oficio que ejercía otros 15 años
la pandemia de Covid-19 acabó con su negocio
hoy en día sigue viviendo en el mismo barrio, comparte la casa con su hijo
cobra una pensión de 1500 pesos mensuales que no le alcanza para nada, y sufre de escasez crítica
de esta escasez culpa el régimen totalitario cubano desde el momento que llegó al poder en el año 1959
“Mi único problema de salud es el hambre, como lo tenemos todos ahora”, dice Reinaldo Zayas Rivas, habanero de Marianao que está por cumplir 90 años de edad.
“Tengo tremenda memoria, retengo muchas cosas”, menciona de forma totalmente cierta. Su avanzada edad le permitió comparar muchos antes y después de la llegada de los Castros al poder en Cuba. “Lo que sucede es que parece ser que soy el único que tiene memoria para esas cosas”, frunce el ceño.
La gente no vivía en pendiente a la pobreza
“Tengo la ventaja que nunca me he enfermado. Si me enfermo, me voy al aire. Porque si no hay medicina, no hay comida…”, sigue narrando Reinaldo, el cual no duda expresar su inconformidad con el estado de Cuba desde la década de los años 60, y en especial en la segunda década de los dos miles. “Antes de Fidel en este país la gente no vivía en pendiente a la pobreza. No había tiempo para pensar en política”, recuerda Reinaldo. A la hora de comparar ambos regímenes, el de Batista y el de los Castro, así se expresa: “Para mí las dos eran dictaduras, cada una de otra forma. En el gobierno de Batista fue cuando los trabajadores ganaban más dinero que en los gobiernos anteriores. O sea, el nivel de vida para el ciudadano de abajo, para el pobre, no estoy hablando de ricos, porque ricos siempre han sido ricos, vivían mejor, se desenvolvían mejor económicamente, que en los gobiernos que le antecedieron a Batista”.
La gente vivía con centavos
“Yo de niño siempre me alimentaba bien, y comía mucho”, recuerda Reinaldo y se ríe que “ Hasta tuvo que retenerse para no llenarse demasiado”, situación que hoy en día ya no ocurre. Al mismo tiempo se pone a comparar los precios de la época de Batista y recuerda detalladamente cada una de la lista de despensa. “La gente vivía con centavos. Un trabajador cobraba 30 pesos a la semana. Pero yo con eso me calzaba, vestía, comía, tomaba cerveza y fumaba”, recalcula. “Llegó Fidel y patrás, patrás, patrás, como un cangrejo”, chasquea con la boca de igual forma que lo hace siempre cuando de una manera desesperada critica al régimen.
Hasta Fidel sembró la política
La Revolución Cubana empezó cuando Reinaldo estaba entrando en la edad adulta. “Aquí quien sembró la política fue Fidel Castro cuando empezó con su lío para organizar gente... Y cuando triunfó la Revolución, la gente empezó a pensar en política”, rememora. Al mismo tiempo recuerda aquel fervor revolucionario que rápidamente se propagó por toda la isla. Pero pronto iba a terminar: “Se veía muy bonito, muy lindo. Somos libres. Pero al cabo del tiempo… Pero a la vuelta de seis meses, pura mentira…” La palabra “mentira” es como una línea continua que va guiando por la entrevista. De tal grado fue el desencanto de los cubanos y en personal de Reinaldo. “Aquí de revolucionarios no hay nadie. Aquí lo que hay es muchos que se disfrazan de revolucionarios para vivir. O sea doble personalidad”, compara. “Viven de la Revolución, no que sean revolucionarios. Y comunistas mucho menos. Ni Fidel era comunista”, exclama Reinaldo. El régimen Castrista, según Reinaldo, vino para quedarse. “Éstos están sembrados de manera vitalicia, crean las condiciones para vivir allí, porque quién va a robar cuatro años si es que se crea condiciones para robar? Ellos tienen este país amarrado”, sigue narrando sus opiniones. “Aquí esto es como una monarquía. Si muere el rey, viene el hijo del rey”, agrega.
Estamos viviendo de milagro
Reinaldo recuerda los tiempos del presidente Prío Socarrás. El gran huracán en 1944. Fin de la Segunda Guerra Mundial. La llegada y caída de Batista. El encanto y el desencanto de la Revolución Cubana. La llegada de la ley seca. Y la zafra de los 10 millones en la cual participó forzosamente todo el pueblo cubano. “Los únicos diez mejores años fueron del 1980 hasta el 1989”, recuerda Reinaldo. Después llegó la crisis económica del Periodo Especial: “Le pusieron ‘especial’ al hambre”, ríe con amargura. Vivió suficiente para que sus palabras tengan peso: “Los tiempos de hoy son los peores, están horribles, desastrosos. No hay medicinas, la gente no se está alimentando. Aquí estamos viviendo de milagro”.
Hay que abrir los ojos
En su refrigerador luce una pegatina que dice “Yo amo a Cuba”. Y en efecto, Reinaldo ama a su patria. Sólo resiente cuando se toman tan malas decisiones que la llevan a la perdición. Sus 1500 pesos de pensión no le alcanzan para nada. Laboró hasta sus 60 años de edad. Después por la necesidad volvió a trabajar hasta los 70. Pero no paró. Una vez jubilándose, se volvió carretillero, vendedor ambulante de caramelos, e incansablemente recorría las calles aledañas para buscar su sustento diario. Pero sólo hasta sus 85 años. Ahí llegó la pandemia y acabó con su negocio. Como bien dice: “No todo el mundo tiene el mismo espíritu, los mismos coj*nes, la misma manera” de aplicarse cuando no les alcanza. Reinaldo no es de esas personas que sólo se quejan. “Hay que abrir los ojos”, subraya Reinaldo.
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Příbeh pamětníka v rámci projektu Paměť kubánského národa – nástroj pro transformaci kubánské společnosti ke skutečné svobodě (Eva Kubátová)