Hugo Vezzetti

* 1944

  • “En agosto de 1978, inmediatamente después del mundial de fútbol, se produjo una redada contra Vanguardia Comunista: secuestraron e hicieron desaparecer una buena parte de la dirección del partido, entre otros compañeros a quienes conocía cayó Beatriz Perocio, gran amiga mía; en ese momento era la presidenta de la APBA. Inmediatamente cuando supe lo que había ocurrido abandoné mi casa por razones de seguridad, pero seguía trabajando en mi consultorio: ya era una figura relativamente conocida, se sabía de mí, no podía esconderme, y decidí no irme del país. Al contrario, los que quedamos en la APBA decidimos mantener una posición pública y reclamar; de hecho, pedimos entrevistas tratando de averiguar lo que había pasado con nuestra colega. Beatriz Perocio era como una hermana para mí, y mi contacto con los familiares de las víctimas y con los abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales, que había sido establecido en esos años, empieza allí.”

  • “Los juicios contra el aparato represor continúan; ahora están llegando a oficiales que eran muy jóvenes en aquella época y participaron en el aparato de represión, que involucró al conjunto de las fuerzas armadas. Aquí hay un problema de naturaleza jurídica, política y ética… Se trata de delitos que se consideran crímenes de lesa humanidad, y por ello no prescriben, pero no todos de los que son juzgados participaban en la tortura y asesinato. De pronto, un oficial puede ser acusado por haber detenido a alguien que después desapareció: no hay ninguna prueba de que este oficial haya sido responsable de la muerte, en todo caso formaba parte de una cadena de mandos. Obedecía órdenes, no los daba. No era inocente, claro, pero ¿puede ser juzgado cuando la única evidencia es que detuvo a alguien? ¿Equivale eso a un crimen de lesa humanidad? Estamos hablando de delitos, sin duda, pero cometidos hace 40 años. Desde el punto de vista jurídico, existe la figura penal del partícipe necesario de un crimen, pero ¿cuáles son los límites de la responsabilidad en el caso de delitos que normalmente estarían prescriptos? Para que se entienda: un homicidio calificado, que tiene la pena más grave, prescribe a los 15 años. O sea que transcurrido ese tiempo un asesino confeso no puede ser juzgado ni condenado. Es clara la intención de sancionar como imprescriptibles los crímenes mayores y sus responsables, los jefes que dieron las órdenes, los que torturaban y asesinaban. Pero ¿qué pasa con oficiales o suboficiales que participaban en roles menores? Es un tema que está hoy en discusión.”

  • “En la época de la dictadura toda la izquierda sufrió un fracaso fenomenal, que nos obligó a repensar nuestras certezas y posiciones previas. En relación con esa revisión ideológica, hay que destacar que una cosa importante en el grupo del Punto de Vista fue la conexión que tuvimos con los intelectuales argentinos exiliados en México, España y otros países, que incorporaban temas provenientes del debate europeo sobre la crisis del marxismo después del 68. Otro momento clave de la historia de la revista fue marcado por la Guerra de Malvinas: cuando todo el mundo parecía arrastrado por el fervor nacionalista, Punto de vista tomó una posición crítica, denunció la guerra como absurda y encontró formas de intervenir sobre todo en el momento de crisis posterior. El primer número después de la derrota fue muy importante y prácticamente demostró que la dictadura se acababa: no tenía más control de la opinión y ya se podía decir casi todo. En ese contexto, muy tempranamente, empiezo a trabajar sobre el tema de la memoria y en el momento del Juicio a las Juntas (1985) me pongo a escribir.”

  • Celé nahrávky
  • 1

    Buenos Aires, 23.09.2015

    (audio)
    délka: 03:11:38
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La sociedad civil tiene que asumir sus responsabilidades

Vezzetti Hugo
Vezzetti Hugo
zdroj: witness archive

Hugo Vezzetti (* 1944, Buenos Aires) es Profesor Titular Consulto de la Universidad de Buenos Aires e Investigador Principal  del CONICET. Ha participado en diversas actividades de enseñanza, investigación e intercambio en las universidades e instituciones de investigación extranjeras (Boston, Maryland, Georgetown, Potsdam, Londres, París, Berlín, entre otros) y argentinas (San Luis, Tucumán, Rosario). Su trabajo como investigador comprende dos áreas, sobre todo: la historia del psicoanálisis, la psicología y la psiquiatría y la historia y los estudios de memoria del pasado reciente. En el período de transición (1984-1986) fue decano normalizador de la Facultad de Psicología de la UBA. Durante muchos años publicó sus textos en el Punto de Vista e integró el Comité de Dirección de la revista. En 2004 obtuvo el Premio Konex en la categoría „Ensayo Político“, doce años más tarde fue premiado en „Psicología“. Libros publicados: La locura en la Argentina (1983), Freud en Buenos Aires (1989), Aventuras de Freud en el país de los argentinos (1996), Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina (2002), Sobre la violencia revolucionaria: memorias y olvidos (2009). Psiquiatría, psicoanálisis y cultura comunista. Batallas ideológicas en la Guerra Fría (2016).