Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.

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Sergio Perodín (* 1956)

Nunca ni por la mente me ha pasado regresar a Cuba, porque me han hecho mucho daño

  • Nacido el 13 de junio de 1956 en el seno de una familia obrera.

  • Perseguido por la Seguridad de Estado, decidió salir a Estados Unidos.

  • En junio de 1994 se embarcó junto con su familia en el Remolcador 13 de Marzo.

  • El barco fue atacado por las Fuerzas Armadas de Cuba. En el ataque murió su mujer y su hijo mayor, de 11 años de edad.

  • De las 72 personas a bordo murieron 41, entre ellos 10 menores de edad.

  • Intentó huir de Cuba una vez más. Esta vez llegó a la base de Guantánamo.

  • Reside en Estados Unidos, donde estableció una nueva familia.

Sergio Perodín nació en 1956. Viene de una familia de trabajadores humildes. También él llevaba una vida de trabajador en la Empresa de Transportes Cubana, en la sección de alimentación de los empleados. Fue a principios de los años 90, cuando empezó a sentir presión de parte de la Seguridad del Estado, que sospechaba que colaboraba con las Organizaciones de Derechos Humanos, y por este motivo comenzó a perseguirle. Como todas las acusaciones de este tipo eran completamente falsas y Sergio Perodín no se sentía confortable bajo la constante vigilancia, decidió planear un intento de abandonar Cuba por vía marítima. Gracias a sus amistades llegó a formar parte de un grupo de varias personas que se empezaron a reunir con la intención de embarcarse en un barco y salir rumbo Estados Unidos. La embarcación que fue elegida a tal propósito era el Remolcador 13 de marzo. Una vez acabadas las preparaciones, el tercer intento de embarcarse salió bien y unas 72 personas salieron al mar, entre ellos también Sergio Perodín con su mujer y sus dos hijos, entonces de siete y once años de edad. Sin embargo, la Seguridad del estado había logrado infiltrarse en el grupo y se produjo uno de los peores ataques de las autoridades cubanas contra los propios cubanos. El Remolcador 13 de Marzo fue atacado por los barcos de apagar incendios, que le echaron fuertes chorros de agua, causando así daños en la embarcación. Posteriormente, el Remolcador 13 de Marzo fue cercado por tres barcos gubernamentales, que lo hundieron, dejando así decenas de personas ahogadas en el mar, entre ellos varios niños, uno de ellos su hijo mayor. También la esposa de Sergio Perodín falleció cuando se hundió su barco. Sergio Perodín consiguió salvar a su hijo menor. Una vez recogidos del mar, fueron trasladados a una prisión y después de algo más de un mes le pusieron bajo vigilancia en prisión domiciliaria. Sergio Perodín intentó escapar una vez más, esta vez en una balsa que fue localizada por los guardacostas estadounidenses, y él junto a su hijo menor pasaron cinco meses en la base de Guantánamo. Pasados los cinco meses pudieron finalmente irse a Estados Unidos, donde Sergio Perodín logró establecer una nueva familia y vivir una vida lejos de la isla que le hizo pasar tanto dolor.  

Sergio Perodín nació el 13 de junio de 1956 en una familia de trabajadores. Su vida fue 

marcada fuertemente por los sucesos de 1994, cuando decidió entrar a bordo del barco Remolcador 13 de Marzo junto con su esposa y sus dos hijos para huir de la persecución por parte de las autoridades cubanas y de la Seguridad del Estado. 

Antes de que intentara escapar de la isla trabajaba en la Empresa de Transportes de Cuba. Su posición era jefe de servicio de comida para los empleados de la empresa. “No sé por qué razones la Seguridad del Estado se puso en contra de mí, se puso a vigilarme. A cada rato recibía información de algún amigo que estaba cerca del Gobierno y se llevaba muy bien conmigo, y me informaban a mí de que me estaban acusando de que yo pertenecía a los Derechos Humanos y que había una hermana mía que era representante de los Derechos Humanos en Cuba”. Todo eso eran mentiras. Sergio Perodín sostiene que no pertenecía a nada y que llevaba la vida común de un trabajador. En La Habana vivía una vida bastante solitaria, ya que su familia estaba en la ciudad de Holguín. “Me estaban tratando de sacarme del trabajo y yo tomé la determinación de salir de Cuba por estas razones”. 

Entonces se puso a preparar la salida. Cogió vacaciones en el trabajo para poder buscar la forma de escapar de Cuba. “Me topé con un amigo del barrio, una persona que le conocí hacia años, le dije las ideas que yo tenía. Sabía que el compartía mis ideas también”.Este señor le presentó al capitán del Remolcador 13 de Marzo. Le explicaron sus planes y la necesidad de conseguir una embarcación en la que se pudieran ir.  “Él era el secretario del Partido Comunista de Cuba, pero sin embargo él se quería ir. Dada la casualidad de que yo conocía a los hijos de él por asuntos de trabajo, conocía a sus hijos y a esta persona también. Entonces había confianza para hablar. Decidimos irnos en el remolcador porque él decidió que era el barco que más posibilidades tenía de irse de Cuba, porque era un barco muy potente”. Por otras amistades consiguieron lo suficiente de combustible para el barco y así se preparó para el viaje. Sin embargo, como las preparaciones demoraron un mes y medio, la Seguridad del Estado logró infiltrar el grupo y se preparó para agarrar el barco. “Fidel Castro dijo que esta embarcación no se podía ir de Cuba, que había que hundirla primero y matar a toda la gente, que no le interesaban los niños ni nadie”.  

Sin embargo, el grupo sentía que el barco estaba preparado para irse. Se iban reuniendo con el personal del puerto, que estaba informado sobre la vigilancia y por tanto la salida se reemplazó dos veces. Al final se montaron 72 personas en el barco. Intentando salir de la boca de la bahía de La Habana, vieron el primer barco que salió en busca de ellos y se dieron cuenta de que habían sido descubiertos. Esta embarcación se puso a echar chorros de agua muy violentos contra el remolcador. La mayoría de las personas a bordo tuvo que esconderse y algunos se quedaron en cubieta para mostrar que había niños. Pese a ello, los chorros continuaban alcanzando el barco y destruyeron gran parte del remolcador.  Posteriormente salieron otros dos barcos y los tres juntos fueron empujando al remolcador fuera de la bahía. Se trataba de barcos que normalmente se utilizaban para apagar los incendios de los barcos. “Entonces así nos llevan a las siete millas donde ya no aguantaba nuestra embarcación. Un barco de ellos y un otro lo golpeaba por detrás, y así nos fueron partiendo hasta que lograron partir el barco. El mar empieza a entrar en la embarcación. Ya iba con mucha cantidad de agua dentro de la bodega”. Cercado el remolcador tanto por detrás como por delante se empezaba a hundir. La gente que estaba dentro no podía salir. “Los que logramos salir y sobrevivir fuimos los que estábamos arriba en el barco, más de veinte personas. Nos hundimos también junto con el barco porque era un borbotón muy grande del agua”. Algunos se aferraron a una nevera que salió del Remolcador y flotó. Sin embargo, los barcos empezaron a dar vueltas en torno a los supervivientes y a muchos les pasaron por encima. Pasado algún tiempo de repente se paró el ataque y los guardacostas empezaron a recoger a los que se quedaban. “En ese punto quedábamos 31 personas nada más, de las 72. Yo ya estaba casi muerto porque tenía a mi hijo chiquito en el cuello. Mi hijo tenía siete años y el que murió tenía once años. Mi esposa, que murió, también tenía 31”. Cuando Sergio Perodín se recuperó un poco, pudo ver que en la zona había un barco con la bandera griega. Se veía bastante claro, ya eran como cinco de la mañana. “Parece que se asustaron de que las personas de esta embarcación estuvieran viendo los asesinatos que estaban cometiendo. Rápidamente se alejaron de aquella zona”. 

A las once de la mañana del otro día les llevaron al puerto y fueron encarcelados. Mientras tanto los familiares empezaban a reclamar información sobre los desaparecidos. “Entonces el gobernante Fidel Castro salió en un discurso y dijo que no se había recogido ningún cadáver, que las aguas estaban llenas de tiburones y no se habían encontrado cadáveres. Esa fue la versión oficial que dio en la televisión”. Sin embargo, Sergio Perodín sostiene que mediante la sociedad civil pudieron llegar a saber que cuando fueron a recoger a los cadáveres encontraron muchas personas, pero estas nunca fueron entregadas. 

Perodín estuvo un mes y pico en prisión y luego bajo prisión domiciliaria. “Yo pude burlar la vigilancia gracias a unas amistades, y se hizo una balsa en una casa de un amigo mío y logramos salir por la madrugada”. Así salieron nueve personas, entre ellos varios de sus familiares. Navegaron unos tres días hasta que los guardacostas estadounidenses les pudieron contactar y les recogieron y condujeron a Guantánamo. Allí permanecieron en unos campamentos junto con gran cantidad de personas que empezaban a llegar como balseros en 1994. “El presidente Clinton dio la orden de que a aquellos que recogieron en el mar que les condujeran a Guantánamo”. Según Perodín pasaron en este episodio por Guantánamo unas 35.000 personas. Entraban médicos, comisiones de Derechos Humanos y empezaron a ayudar a los refugiados. Pasados unos cinco meses, a Sergio Perodín y a su hijo les fue otorgado el permiso humanitario de viajar a Estados Unidos. 

La llegada a Estados Unidos fue difícil. Primero presentó denuncias a través de las organizaciones dedicadas a la defensa  de los Derechos Humanos. También viajó a Ginebra, donde habló frente de la Comisión de Derechos Humanos. Después de unos dos meses tuvo que empezar a trabajar para sobrevivir. La situación fue mejorando poco a poco, formó una nueva familia. “Nos ha ido bien, trabajamos los dos. Hemos podido rehacer nuestra vida. El hijo mío que tenía siete años cuando aquello... pues estudió, se fue a la Universidad y se graduó de arquitecto. Hemos encaminado a nuestra familia”. 

A pesar de que tiene toda su familia en Cuba, nunca ha pensado en volver por el trauma y daño sufridos. Piensa que un gran problema es la falta de información en la isla. También opina que el Gobierno de Cuba logró comprar con su ayuda a otros países que posteriormente jugaron a su favor en las organizaciones internacionales. Advierte que es precisamente este tipo de recursos que se exportaban a determinados países, en vez de ayudar al pueblo cubano, lo que causó que estos países respaldaran al Gobierno cubano por ejemplo en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. 

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