Germán J. Miret

"En el año 1961 viene una situación difícil también con la Procesión de la Caridad que se celebró ese año creo que el 7 o el 8 de septiembre. Es el día que se celebra el día de la Fiesta de la Caridad en Cuba. En la Iglesia de la Caridad en La Habana tenía siempre el permiso para las 5 de la tarde, una cosa así. El régimen le dió permiso para las 7 de la mañana el día anterior. Entonces a esa hora no vale la pena ni sacar la procesión. Monseñor Masvidal la procesión. La gente se congregó en frente a la iglesia pensando que la procesión iba a salir. Y en eso un muchacho, Arnaldo Socorro, toma un cuadro de la Virgen, alguien lo monta en los hombros y él con el cuadro en alto... la gente lo iba siguiendo como si fuera una procesión. Los milicianos que estaban allí alrededor, uno de ellos le metió varios tiros con una metralleta a Arnaldo. Después de eso acusaron al padre Arnelio Blanco de que él había sido él que había disparado desde el campanario de la iglesia. El padre Arnelio estaba creo que era en Matanzas. Imposible totalmente que fuera padre Arnelio, pero eso nunca se aclaró. Aparte de eso si fue el padre Arnelio, por qué no lo cogieron preso después de que él regresó a La Habana siendo acosado del asesinato. El muchacho era de la Acción Católica. El régimen se cogió al muerto. El entierro iba por el régimen. Y lo nombraron mártir de la Revolución. O sea, no decían que era miembro de la Acción Católica. Era simplemente un muchacho del pueblo, un trabajador humilde que había sido asesinado por un cura. Y entonces el Gobierno cogió el cuerpo y ellos fueron quienes hicieron el entierro, el velorio y todo. Y lo declararon mártir de la Revolución cuando el muchacho es mártir de la Iglesia."

“En mi barrio se trazó una raya. Ellos y nosotros. Tanto de un lado como del otro. Los contrarrevolucionarios de un lado. Los revolucionarios del otro. Y entonces, los amigos simplemente nos dejamos de hablar. En el barrio hubo hermanos que se pelearon. Uno estaba a favor y el otro en contra.”

"La situación era difícil porque había una nueva experiencia que nadie tenía. Era el ser vigilado por los propios vecinos. Eso era una cosa que lo hacía sentir muy mal a uno. Yo si salía con una bolsa de mi casa, sabía que me estaban mirando, me estaban vigilando. El acoso ese se siente fuerte. Por eso yo admiro a gente que hoy en día luchan abiertamente con el régimen. En esa época no podíamos luchar abiertamente. Él que se manifestaba abiertamente en contra del régimen lo encarcelaban, lo cogían preso. Inclusive yo recuerdo que tenía un amigo. No lo sabía, pero resulta que era fiscal de los juicios en La Cabaña. Era muy amigo mío, señor de color. Él discutía mucho conmigo, discutíamos. Y entonces él me dijo al principio: "Mira, yo estoy en desacuerdo contigo, pero yo daré mi vida para que tú siempre pudieras expresarte." Y entonces digo: "Ay cuánto me alegro." Es una expresión que viene de la Revolución Francesa. Al cabo del tiempo me dice: "Oye, tú estás ya contrarrevolucionario." Le digo: "Y gracias a Dios que tú das la vida para que yo me pueda expresar." Y me dice: "Sí, pero dentro de la Revolución."