“Tú, joven cubano que me escuchas, o joven de cualquier parte del mundo, que crees que el comunismo es una salida quizás para tu situación social o económica… El comunismo te va a llevar a la ruina total. Lucha por mejorarte, por mejorar a tu país, por mejorar la filosofía en lo que es democracia, y no creas que eso… Mira a Cuba, adónde ha ido… Todo lo que vende Cuba hoy en día es propaganda. Allí hay más hambre que nunca, allí se han fusilado miles de cubanos que han muerto frente a una pared gritando: ‘viva Cuba libre, viva Cristo Rey’. Y en memoria de ellos tenemos que seguir todavía.”
“El día 15 de abril un grupo de nosotros fue a atacar los aeropuertos militares de Cuba – Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y Pinar del Río. Se rompieron muchos de sus aviones, aunque quedaron estos cuatro o cinco, y ahí perdimos la vida del primer piloto. Me cuesta mucho trabajo y me duele profundamente recordar lo que yo había visto en tantas películas, y participar de algo… Donde dormíamos, cada uno tenía una casquilla, como decimos nosotros, y uno de los instructores me dijo: ‘Julio, tú que eras tan amigo de Martín, recoge sus cosas porque lo han matado.’ ¿Cómo que lo han matado? ‘Sí, ese avión lo tumbaron en La Habana, y los dos cayeron envueltos en llamas frente a Cuba.’ Sencillamente fue un momento inolvidable.”
“Aquí [en Miami] empecé a reunirme con amigos, unos hacían misiones a Cuba, otros estaban con contactos con el gobierno americano, y yo opté, en diciembre del año 1960 a enrolarme en lo que más tarde fue la Invasión de la Bahía de Cochinos. Yo creo que la juventud cubana sufrimos un fuerte golpe, porque muchos creíamos que era hora para Cuba, aun cuando estábamos en Cuba, de tener tranquilidad y de balance no había que ser necesariamente de un partido o de otro, sino que queríamos vivir una vida tranquila, llevar nuestros estudios y echar hacia adelante nuestra patria mucho más de lo que estaba.”
“Empezamos a dudar muy pronto de que el actual dictador de Cuba, Fidel Castro, se mantiene, que aquello no era lo que nos habían prometido. Habían prometido elecciones en Cuba, habían prometido libertad donde se podía discrepar sin el peligro de ser fusilado o de ir a la cárcel con 30 años. Nuestro socio en el periódico, Alfredo Izaguirre, cumplió 26 años de presidio. A él lo pudieron coger preso, porque cuando nos reuníamos con qué íbamos a hacer con la política editorial de nuestro periódico y con nosotros como personas, yo tomé mi camino para ir al exilio para participar en una supuesta invasión, y me fui. Alfredo se quedó y cumplió 30 años [sic]. El 25 de mayo de 1960 llegué a la ciudad de Miami, todavía con carné de periodista, donde supuestamente veníamos a cubrir un evento, que Fulgencio Batista había comenzado y que Fidel Castro seguía en Nueva York en ese momento. Llegué aquí, inmediatamente pedí asilo político, expliqué quiénes éramos, enseguida nos aceptaron, y fue cuando empecé a oír qué se podía hacer para convertir aquel sistema que, sin lugar a duda, temíamos, y que llegó a ser lo que temíamos que podía llegar a ser.”
Luchar por una Cuba libre es el deber de cualquier buen cubano
Julio González Rebull nació en 1936 en la capital cubana. Creció en la familia del propietario del periódico Crisol, quien además dirigía una emisora de radio. Durante los años de adolescencia empezó a dedicarse al periodismo en los medios de comunicación de su padre. Cuando empezaron las fricciones del periódico con el régimen castrista, Julio emigró a Estados Unidos, donde se puso inmediatamente en contacto con otros cubanos exiliados que estaban involucrados en los planes de invadir la isla. Comenzó a trabajar en Radio Swan, emisora que transmitía a Cuba desde Miami, y que servía de especie de fuente de información para los cubanos que no estaban de acuerdo con lo ocurrido después de la Revolución Cubana. Luego se incorporó a los campamentos de entrenamiento estadounidenses, que preparaban a los jóvenes cubanos para efectuar la invasión y derrocar el recién instalado régimen de Fidel Castro. Desde las bases ubicadas en América Central hizo varias misiones aéreas a Cuba, distribuyendo panfletos informativos, y seguía transmitiendo desde los campamentos. Una vez fracasada la invasión de Bahía de Cochinos, regresó a Estados Unidos, donde participó en el suministro y en la ayuda a los rebeldes que se quedaron luchando contra Fidel Castro en Cuba. Efectuó tres misiones en lanchas a la costa cubana. Julio mantiene su convicción en lo que se refiere a los efectos desastrosos de la administración castrista en una isla que antes de la revolución se encontraba entre los tres países más ricos de América Latina.
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