"Yo sabía qué iba a pasar mañana, sabía que quería destruir el comunismo, pero que iba a perderlo todo. Perdí a mi familia, mi familia, mis padres, yo no tenía hijos, pero mi padre fue destituido de su posición en el gobierno, mi madre perdió su trabajo, mi hermana perdió su matrimonio. Jamás los dejaron salir de Cuba. Mi familia sanguínea fue destruida en Cuba, como pasa siempre por represalias en estos sistemas. Una cosa muy interesante es que a mí me encantaba el trabajo en inteligencia, pero yo odiaba la bandera para la que trabajaba. Los ideales que defendía la inteligencia cubana los depreciaba, los llegué a depreciar. Pero el trabajo de inteligencia me gusta, es interesante, como trabajo me gusta. Y en todo siempre va a haber inteligencia, todos los países van a necesitar inteligencia siempre. Lo que hace feo a ese trabajo es la bandera que defiende".
"Se acerca una persona que yo no había visto nunca. Supe después que su apellido era Gil, dijo nombre y apellido Gil y dice: 'Bueno, miren yo soy jefe de la sección Selección de la Dirección General de la Inteligencia del Ministerio del Interior de Cuba. Ustedes han sido procesados por la Dirección General de Inteligencia, que es el órgano más selecto de la Seguridad del Estado cubano. El trabajo de ustedes comienza donde termina la legalidad'. Eso no se me olvida nunca. 'A partir de hoy todos olvídense de la Constitución, olvídense de todo. Todo lo que ustedes harán el resto de su vida será ilegal'. No se me olvida. Entonces, ahí me asignaron mi nombre falso. Yo en Inteligencia fui siempre Walter Díaz. Ese fue el nombre con el que me conocieron dentro de la Inteligencia todos mis compañeros y en el Ministerio del Interior también".
"Yo comprendí en esa fecha (en los años ochenta) que lo peor que tenía el comunismo era la destrucción de la fe. En estos países que estoy mencionando (Perú, Chile, Ecuador)... en la pobreza de Perú pude ver, como la gente podía tener fe en Dios incluso, fe en que podía pasar algo. En Cuba no. En Cuba primero la fe católica había sido destruida. Ser católico era..., había jóvenes católicos (por su familia que algunos no se fueron del país), pero prácticamente se convertían en apestados sociales. Si usted era católico o practicaba cualquier religión en la época en la que yo crecí en Cuba, usted sencillamente no iba a poder aspirar nunca a las mejores carreras en la universidad. Jamás podría entrar a una carrera de humanidades; y en las carreras de ciencia, las mejores no iban a ser para usted nunca. Le llegó una época incluso a los Adventistas del Séptimo Día y a gente muy practicante de la religión católica. Esto después cambió un poco en los noventa, pero en la época en la que yo crecí se les impedía incluso el ingreso a la universidad si no tenían una integración política determinada".
"Yo en la Cuba que me formé —y esto me podría dar vergüenza después cuando comprendí realmente lo que era el comunismo y el marxismo—, pero en la Cuba que yo crecí a los doce, once años, yo creía que morir como un guerrillero, como Ernesto Che Guevara, era la cosa más hermosa que se podía esperar de un revolucionario. Es decir, yo fui producto de toda esa basura que se me metió o que en este caso con la que se me lavó mi cerebro desde muy niño".
Yo quería denunciar lo que era el comunismo en Cuba a todo el mundo, se volvió mi obsesión
Enrique García Díaz nació el 9 de abril de 1958 en La Habana. Creció en una familia de ideales comunistas fuertes. En el año 1975 se mudó a Perú a causa del trabajo de su padre. Allí, Enrique ocupó un cargo en la Embajada de Cuba y, posteriormente, en la Dirección General de Inteligencia (DGI), el órgano más importante de la seguridad estatal de Cuba bajo el Ministerio del Interior. Como agente operativo trabajó desde 1978 hasta 1989 y participó dos veces en los entrenamientos especiales para los altos funcionarios cubanos en Rusia. Después de entrar a la DGI le asignaron una identidad falsa y un nuevo nombre: Walter Díaz. Durante su servicio para la DGI se encargó de las misiones diplomáticas secretas, de los asuntos políticos o económicos en Perú, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y Ecuador. No obstante, con la experiencia de otros países del mundo, Enrique fue cambiando su punto de vista sobre el comunismo y el marxismo. No estaba de acuerdo con la selectividad del sistema ni con las diferencias socioeconómicas entre la gente común y las élites. En Ecuador, decidió empezar a cooperar con la CIA y en 1989 huyó del país en secreto. Después de desertar, Enrique se convenció de querer denunciar el régimen cubano, lo que significó perder el contacto con su familia y el riesgo de ser condenado a muerte en Cuba. En la actualidad, Enrique vive en Miami con su pareja y se dedica a los servicios de seguridad privada.
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