Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.
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El cubano tiene un problema serio: que todo el mundo quiere ser Fidel Castro. Y el que no quiere ser Fidel Castro por serlo, quiere tener a un Fidel Castro que lo guíe hacia la libertad.
nombre formal de Niovel Alexander Tamayo Formén, seudónimo artístico Abu Duyanah y nombre islámico Mohammed Ali
escritor cubano y activista de derechos humanos, nacido en 1984 en 2020 en Cuba, provincia Granma
de pequeño, su familia se mudó a La Habana
en su infancia, se cuestionaba el régimen comunista, por lo cual tuvo que cambiar de escuela numerosas veces
fundador del movimiento no violento Demóngeles, cuya finalidad es reclamar los derechos de los artistas de libre expresión
2001 empezó a estudiar con ímpetu sobre el islam y en 2010 adoptó la religión musulmana, junto con su nombre islámico de Mohammed Ali
fue el primer cubano que realizó un viaje a Meca y en 2012 fundó la Asociación Cubana para la Educación del Islam
perseguido por el régimen cubano por su arte opositor, el reclamo de derechos humanos y por su religión musulmana
vive en La Habana, sigue escribiendo literatura, igual que ejerce de periodista para el medio independiente ADN Cuba
“Afuera [de Cuba], la gente dice: ‘Abu, eres escritor’, mientras que, para el régimen, soy una escoria”, dice Abu Duyanah, escritor cubano, activista y defensor de derechos humanos.
Abu Duyanah, o como es su nombre oficial, Niovel Alexander Tamayo Formén, nació en el año 1984 en Cuba, provincia Granma, municipio Manzanillo, pero ya a pocos meses de vida, su familia se mudó a La Habana, donde reside hasta hoy en día. Desde pequeño, mostraba diferencias en su “pensamiento”, lo cual, en específico, significaba, que se cuestionaba el comunismo, tanto a sí mismos como a sus compañeros de clase y sus profesores. “Definitivamente, yo no quería ser como Che”, narra Abu en su entrevista realizada en septiembre 2020 en La Habana. Sus preguntas le causaban problemas, de los cuales admira su calidad y que “muchos no hacían hincapié en los temas políticos”. Pero a pesar de haber algunos profesores que no les indoctrinaban los temas del régimen a los niños, hubo una gran mayoría que sí lo hacía. Eso, junto con las diferencias sociales, dentro de las cuales había que recaudar fondos para comprarles zapatos a ciertos niños de la escuela, mientras otros calzaban marcas norteamericanas, a Abu le “hizo entender desde el principio, que el sistema no era lo que estaban enseñando en el aula”.
Ir más allá de lo establecido por el régimen
De joven, encontró gusto e interés en libros sobre anarquismo, y en general en la cultura de reclamo social y protesta. “Un individuo que quiere no solamente cuestionarse, sino cambiar la situación que está a su alrededor”, se describe a sí mismo Abu en su edad temprana. Aparte de su tendencia hacia el anarquismo, Abu empezó a moldearse como escritor y artista. Y justo éste fue el punto importante de su camino como opositor: “Que los cubanos vean que sí se puede ir más allá de lo que está establecido por las instituciones, por el régimen”, explica Abu.
Demóngeles y Movimiento Amistad
En marco de este pensamiento, fundó el proyecto Demóngeles, el cual, desde sus inicios, está incitando a los cubanos a participar activamente en los cambios de Cuba: “Como ciudadanos, ya nos cansamos y queremos que la cosa cambie”, enfatiza Abu. Dentro de otro proyecto opositor, Movimiento Amistad, realizaron con estos propósitos una serie de acciones, de las cuales la más notable fue una marcha por la no violencia. “Tener el valor de reclamar nuestros derechos más allá de la literatura”, canaliza Abu uno de los objetivos principales de la Marcha, junto, por supuesto, con el más medular de todos: cesar la violencia del régimen contra los cubanos, sean o no, opositores de la dictadura, es decir, “dejar de perseguir a alguien que esté pensando diferente que tú”, como explica Abu.
Represión contra todo lo que sea diferente
Una parte importante de la historia vital de Abu, y la cual también está fomentando la persecución por parte de la Seguridad del Estado, es su religión musulmana. Abu se empezó a interesar por el islam ya en 2001, y finalmente en 2010 adoptó la religión, junto con su nombre musulmán de Mohammed Ali. De hecho, Abu fue el primer cubano que logró realizar su viaje a Meca. El islam, lo describe como una religión que “explica la base”, y se esfuerza incluso dentro de la propia entrevista, a desmitificar algunos estereotipos sobre esta religión, como por ejemplo el tema del velo o el tema del terrorismo. De igual forma, en Cuba, está informándoles a los cubanos, sobre estos hechos, pero continuamente sufriendo por prohibición por parte de la Seguridad del Estado. “Hay una represión fuerte contra todo lo que sea diferente”, resume Abu la realidad cubana. En 2012, logró fundar la Asociación Cubana para la Educación del Islam, la cual, sin embargo, no tuvo posibilidad de legalizar, ya que incluso en este ámbito, entró el tema gubernamental: “En Cuba se inventaron un registro de asociaciones, que dice que solamente puede haber una organización con algún fin. Si quieres defender los bosques, por ejemplo, y logras hacer un grupo de gente que te apoye, el régimen se la arregla para crear una organización que tenga el mismo objetivo que la tuya y legaliza esta organización, y te impiden que legalices tu asociación”, explica Abu la razón, por la cual no puede legalizar su Asociación – porque ya desde 2000 existe una Liga Islámica de Cuba, propensa al régimen. “Lo que me aconsejan, es que, si quiero que me legalicen mi grupo, que dejemos hacer la oposición al régimen”, agrega.
Reivindicación de los derechos humanos
Abu, al lado de su activismo, o más bien como una parte indivisible de éste mismo, es escritor. Su obra está dedicada al reclamo social, y aunque la mayoría de ella, el mismo autor, la describe como ficción y con mucho humor, la base de sus cuentos y novelas es “la reivindicación de los derechos humanos”, como lo describe. “Como escritor, uno quiere que su obra llegue al público”, sigue narrando Abu. Pero justo ahí yace el problema: para el Gobierno cubano, él, por ser opositor, no cuenta como artista. “Viene un dictador, un totalitario, a decirme que esto no es arte”, reclama su derecho a expresión como autor y artista, y al mismo tiempo sigue criticando las instituciones gubernamentales, las cuales “supuestamente están pagadas para proteger a los artistas”, mientras que, no respetan a nadie quien no esté alineado al estándar oficialista, como los artistas permitidos que “son mediocres, no es que sean malos, pero los temas que utilizan, no le interesan a nadie”, describe la situación de la cultura cubana Abu. “La cultura cubana está condicionada al Decreto, a la Ley, a la tiranía, desde el primer momento. Hay que recordar siempre palabras de cuando Fidel, desde el primer momento, cuando tomó el poder, explicó que […] el arte tenía que ser alabanza al régimen, a la dictadura, y fuera de eso, no había arte”, explica Abu.
La dictadura siempre mata a alguien
“Yo antes creía que, si el sistema cumplía con sus leyes, el país podía funcionar en gran medida. Pero ya no quiero eso. Quiero que se acabe”, describe sin ningún espacio a cualquier tipo de compromiso Abu. “Yo soy un opositor. Siempre me consideré que yo no era un revolucionario y estaba en contra de las revoluciones, pues cosas de las revoluciones. En las revoluciones siempre, aunque uno no quiera, es un derramamiento de sangre. Los cambios, porque los regímenes y la dictadura, no quieren ceder, la dictadura siempre mata a alguien. La dictadura siempre derrama sangre, y yo estaba en contra de eso, como pacifista. No quería que pasara eso. Pero ya me da igual lo que el régimen quiera hacer, si me quiere matar, o si quiere matar a alguien, que lo haga, porque es la naturaleza de él. Y me ha llevado a tener que adoptar una posición social de oposición que no era mi intención. Y aunque siempre he dicho que no soy un revolucionario, creo que ya no tengo otra manera… Tengo que aceptar que me califiquen así, tengo que reconocerlo, porque yo lo que necesito, lo que necesita este país, lo que quiero para mis hijos, o para los hijos de mis amigos, es que el sistema cambie. Y que el comunismo no exista más en este país”, elabora Abu las razones que lo llevaron a la parte naturalmente opositora al régimen totalitario cubano. Al mismo tiempo, considera que el cambio sociopolítico en Cuba, debe salir del propio pueblo cubano: “El cambio lo tiene que hacerlo el pueblo de Cuba. El pueblo que está en Cuba. Los activistas que están afuera, tienen que acabar de entender, que los que se fueron, se fueron. No tenían que haberse ido. Tenían que estar aquí. Yo creo que mucha gente está lucrando allá afuera. La gente se molesta conmigo, pero me da igual. Porque aquí hay activistas que no tienen comida”, narra su punto de vista bastante radical en cuanto a la oposición cubana residente (o exiliada) en el extranjero.
No podemos hacer nada más que ir en contra
“Este régimen funciona sin presidente, el sistema funciona por la Seguridad del Estado. Puedes quitar a Díaz Canel y poner a quien tú quieras Raúl se puede morir mañana, y todo va a seguir así. Porque todo es una maquinaria hecha para que siga así”, describe la situación actual, y al mismo tiempo la situación de las últimas seis décadas cubanas bajo una dictadura. “Los cubanos ya están cambiando. […] Porque los cubanos ya se cansaron. Porque ven que lo que tenemos, es miseria y represión. Si tú tuvieras represión, y tú vivieras como un europeo o un norteamericano, tú dices: ‘Bueno, tenemos represión, no tenemos derechos, pero tenemos todas las cosas que nos hacen falta. Me puedo conformar en no participar en la política y en no tener libertad de expresión.’ Pero no tengo ni libertad de expresión, no tengo ni libertad de movimiento, pero tampoco tengo libertad económica. No tengo comida para mis niños, no tengo leche para mis niños, no tengo medicamentos para mi mamá, no hay medicamentos para mi abuela, los hospitales son un desastre. ¿Qué tengo? No tengo nada”, resume la realidad del día a día en Cuba. Pero a pesar de lo tristes o decepcionantes que podrían sonar estas palabras, Abu no se rinde: “¿Qué podemos hacer los cubanos? No podemos hacer nada más que ir en contra”, agrega fervientemente.
Posibilidad de ser felices
“A largo plazo quiero pensar que Cuba va a ser un mejor país, por lo menos, que va a haber un sistema democrático, o más democrático, en el cual los cubanos tengan más participación, donde se respeten los derechos, donde se reconozcan los cubanos como seres humanos, y donde todos puedan ser iguales, con las mismas oportunidades, y exista la posibilidad de que sean felices”, resume Abu sus deseos para Cuba, cerrando la entrevista.
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Příbeh pamětníka v rámci projektu Paměť kubánského národa – nástroj pro transformaci kubánské společnosti ke skutečné svobodě (Eva Kubátová)